De acuerdo: este título casi es un plagio del de Borges, Del culto de los libros, pero eso no es una casualidad: después de todo, este tema va convirtiéndose en un debate bastante acalorado, sobre todo desde la reciente aparición de "cosas" tales como los "google books" o el famoso "kindle", o como quiera que se llame. Es decir, ¿le llegó la hora al libro? Hora de ser superado y desechado, digo, ¿por la tecnología? Habría que pensárselo un par de veces, y debatir las posibles consecuencias.
En su ensayo, Borges empieza por considerar la idea del "libro sagrado": todo aquél que es santificado por una tradición o por un hombre, en el sentido en que lo fueron la Biblia o el Corán (la Ilíada, para Alejandro Magno). Hoy, sin embargo, en este siglo de telecomunicaciones y virtualismos, ¿es posible siquiera imaginar un texto de ese valor? Yo creo que sí: cada lector crea su propio panteón de autores divinizados (en el mío, por ejemplo, se encuentran Borges, Sábato, Goethe, Faulkner, Sartre, Schopenhauer, Baudelaire... entre muchos otros), que son leídos con una suerte de fervor casi religioso (o más que religioso), y con una suerte de entrega bastante particular. Y esto pasa con todo el mundo; pero, a medida que se renuevan las sangres, ¿qué podemos esperar de las formas de leer, o de considerar a los textos? Porque todas las formas cambian, y ello depende de toda una serie de factores que impulsan la construcción del sentido (sociales, mentales, históricos... ), y mañana la gente no pensará como pensamos el día de hoy. ¿Qué esperar, entonces?
Personalmente, me gusta creer que los libros puedan perecer algún día: se volverán más raros, pero tendrán un círculo asegurado de adeptos que no los dejarán morir. Si tomamos en cuenta los factores económicos, creo que implican una de dos opciones: o el libro sobrevive en manos de aquellos que no se puden dar el lujo de comprar un "kindle" (o como se llame), o lo hacen como artículo de lujo. A mí, por lo pronto, estas nuevas opciones tecnológicas no me interesan: me gustan las bibliotecas grandes y los tomos amarillentos, la sensación de pasar las páginas y la de cerrar el libro casi ritualmente una vez que he pasado el último punto. Espero estar en lo cierto, y poder apostar sin riesgo por mis augurios. (Dicho sea de paso, ¿va a haber que cambiar el Día del Libro por "El día del kindle", si es que las cosas no salen como yo espero?)
En su ensayo, Borges empieza por considerar la idea del "libro sagrado": todo aquél que es santificado por una tradición o por un hombre, en el sentido en que lo fueron la Biblia o el Corán (la Ilíada, para Alejandro Magno). Hoy, sin embargo, en este siglo de telecomunicaciones y virtualismos, ¿es posible siquiera imaginar un texto de ese valor? Yo creo que sí: cada lector crea su propio panteón de autores divinizados (en el mío, por ejemplo, se encuentran Borges, Sábato, Goethe, Faulkner, Sartre, Schopenhauer, Baudelaire... entre muchos otros), que son leídos con una suerte de fervor casi religioso (o más que religioso), y con una suerte de entrega bastante particular. Y esto pasa con todo el mundo; pero, a medida que se renuevan las sangres, ¿qué podemos esperar de las formas de leer, o de considerar a los textos? Porque todas las formas cambian, y ello depende de toda una serie de factores que impulsan la construcción del sentido (sociales, mentales, históricos... ), y mañana la gente no pensará como pensamos el día de hoy. ¿Qué esperar, entonces?
Personalmente, me gusta creer que los libros puedan perecer algún día: se volverán más raros, pero tendrán un círculo asegurado de adeptos que no los dejarán morir. Si tomamos en cuenta los factores económicos, creo que implican una de dos opciones: o el libro sobrevive en manos de aquellos que no se puden dar el lujo de comprar un "kindle" (o como se llame), o lo hacen como artículo de lujo. A mí, por lo pronto, estas nuevas opciones tecnológicas no me interesan: me gustan las bibliotecas grandes y los tomos amarillentos, la sensación de pasar las páginas y la de cerrar el libro casi ritualmente una vez que he pasado el último punto. Espero estar en lo cierto, y poder apostar sin riesgo por mis augurios. (Dicho sea de paso, ¿va a haber que cambiar el Día del Libro por "El día del kindle", si es que las cosas no salen como yo espero?)
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