Sonia y yo siempre hemos compartido algunos intereses fundamentales; entre ellos, la ternura, la inocencia y las mascaradas que envuelven a una y a otra en un juego que va perdiendo su eje, y que se va convirtiendo, poco a poco, en un llanto desesperado pero mudo. Para Sonia, lo importante es encontrar ese límite y cruzarlo a través de las imágenes, valiéndose de su siempre precisa obra plástica (donde las máscaras y los rostros se confunden antes de revelarse). Por eso, el título de su nueva exposición fotográfica no resulta gratuito: Backstage, lo que se encuentra detrás de los escenarios, detrás de las luces, detrás de las miradas, las pinturas y los peinados. Una vez más, la pregunta es por la mujer profunda e íntima, el tierno corazón de niña que parece seguir palpitando del otro lado de los pechos.
Acaso, la clave de toda la exposición se concentre en una pequeña mirada, en la delicada curvatura de un pie, en la forma casi tímida de entrelazar los dedos. Como artista, encuentro que Sonia mantiene, sonriente y agradecida, una deuda constante con Helmut Newton, Richard Avedon, Korda y, obviamente, con el que fue su maestro, Otto Stupakoff. También, aunque no sé si ella se de cuenta de ello, con Edward Weston. No son nombres chicos, y tampoco lo es el de Sonia: bajo su atenta y muy afinada mirada, las mujeres encuentran toda una nueva serie de reflejos ante un espejo que, más que deformar su rostro, lo multiplica y desecha hasta quedarse con lo que la autora podría bien llamar "lo esencial".
La exposición comienza este 15 de octubre en Mad Space, en Chacarilla del Estanque, y permanecerá abierta durante un mes entero. Obviamente, queda todo el mundo invitado a dar un paseo por esta suerte de "galería íntima". Yo, por mi lado, no me lo pienso perder.
Imágenes por Sonia Cunliffe, que conseguí a lo "preestreno" de su nueva exposición.
Acaso, la clave de toda la exposición se concentre en una pequeña mirada, en la delicada curvatura de un pie, en la forma casi tímida de entrelazar los dedos. Como artista, encuentro que Sonia mantiene, sonriente y agradecida, una deuda constante con Helmut Newton, Richard Avedon, Korda y, obviamente, con el que fue su maestro, Otto Stupakoff. También, aunque no sé si ella se de cuenta de ello, con Edward Weston. No son nombres chicos, y tampoco lo es el de Sonia: bajo su atenta y muy afinada mirada, las mujeres encuentran toda una nueva serie de reflejos ante un espejo que, más que deformar su rostro, lo multiplica y desecha hasta quedarse con lo que la autora podría bien llamar "lo esencial".
La exposición comienza este 15 de octubre en Mad Space, en Chacarilla del Estanque, y permanecerá abierta durante un mes entero. Obviamente, queda todo el mundo invitado a dar un paseo por esta suerte de "galería íntima". Yo, por mi lado, no me lo pienso perder.
Imágenes por Sonia Cunliffe, que conseguí a lo "preestreno" de su nueva exposición.
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