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sábado, 5 de diciembre de 2009

Vittorio Sereni: "Ciudad de noche"


Andaba releyendo una antología de poesía italiana contemporánea cuando de pronto volví a caer, como tantas veces, sobre los versos de Vittorio Sereni (al que, dicho sea de paso, le va muy bien el apellido). ¡Y qué versos! Una de sus composiciones memorables (quizá todas lo sean, es cierto) es esa titulada No sabe más nada... (así de infinito es el título, con sus tres puntos suspensivos después de la palabra "nada"), que fue lo primero que leí de él.
Lo que siempre me fascinó de los poemas de Sereni es ese constante desencuentro con el remitente de sus palabras: siempre hay algo o alguien en fuga, que casi está allí, pero que se va perdiendo a medida que se escribe el poema (leer un poema es, en cierto modo, volver a escribirlo cada vez). Algo parecido a lo que sucede cuando leemos a Cernuda, pero en otro tono... o en otra escala, si se quiere.
Y, ya que ando por aquí, pensaba invocar la voz del poeta, transcribiendo una de sus composiciones; y miren qué lujazo, porque se trata de una traducción nada más ni nada menos que del mismísimo Carlos Germán Belli (todos los poemas contenidos en la antología en cuestión, Poesía Italiana del siglo XX, publicada por el fondo editorial de la PUCP, han sido traducidos por Javier Sologuren o por Belli). Dense el gusto:

Ciudad de noche
Inquieto en el tren militar
que te desflora tan lentamente
me tiendo a tus luces siniestras
en el suspiro de los árboles.

Mientras tú duermes y quizás
alguien muere en las altas habitaciones
y tú desapareces con un rostro
detrás de cada ventana -tú misma
un rostro, un rostro solo
que por siempre se cierra.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Carlos Germán Belli, premio Southern 2009


Una copa en alto, señores. Porque, si bien el asunto ya tiene que haber sido bastante comentado, nunca está de más un aplauso (y un trago, perdonen la rima): el punto es que, aún cuando los premios literarios no dejan de ser apenas algo más que un reconocimiento simbólico, lo cierto es que un poeta como Carlos Germán Belli se los tiene muy merecidos todos. Este mismo mes, la Pontificia Universidad Católica del Perú lo ha elegido para recibir el Premio Southern Perú a la Creatividad Humana (la ceremonia de premiación se realizó hace apenas un par de días, el 17 de noviembre), por su pesado aporte a la cultura y la literatura peruanas -y, cabe añadir, del mundo.
Yo lo descubrí tardíamente, pero con una alegría infinita. Sus versos duros y sus sintaxis barroca, puestos al servicio de una imaginación y un lenguaje de vanguardia propia de nuestros tiempos, son, junto a obras como la de Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela, Jorge Pimentel y Luchito Hernández, de lo mejor de lo que la poesía peruana tiene para ofrecer a los lectores ansiosos y duros de satisfacer. Pese a ser llamado a formar parte de la "Generación del 50", su estética escapa de las etiquetas, y lo pone a él, poeta de los mayores, sobre un pedestal propio. Salud, pues, por el gran Carlos Germán Belli. Y que se siga escribiendo la poesía.
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