No puedo evitarlo: cuando pienso que me he preocupado por los problemas ambientales desde los ocho años y, luego, me vuelvo a ver cómo todo el mundo reacciona de pronto ante este problema cuando ya la victoria empieza a parecer imposile, una sonrisa irónica se me dibuja en el rostro. Pero la lucha por llamar la atención sobre este punto siue siendo admirable, además de necesaria; ahora habría que preguntarse si es lícito usar el arte para estos fines (a mí, que no creo en el "compromiso" social y retórico de la obra artística, todo esto me sienta un poco mal): ahora, por el diario "El Comercio" me entero de que el ya legendario fotógrafo Tunick le pone el hombro a Greenpeace (omito mis comentarios sobre esta organización), y oraniza uno de sus famosos desnudos colectivos en un viñedo de Borgoña, Francia, para llamar la atención sobre los riesgos que corre el planeta ante la contaminación.
Habría que ser un poco frívolos y preguntarnos si es lícito subyugar la estética al imperio de la ética... pero la verdad es que eso es lo de menos: con el tiempo, sobrevivirá la estética. Y, de todos modos, me gusta saber que alguien como Tunick se alínea a militar por la ecología, me gusten o no sus métodos: de todos modos, no puedo negarle el aplauso.
Habría que ser un poco frívolos y preguntarnos si es lícito subyugar la estética al imperio de la ética... pero la verdad es que eso es lo de menos: con el tiempo, sobrevivirá la estética. Y, de todos modos, me gusta saber que alguien como Tunick se alínea a militar por la ecología, me gusten o no sus métodos: de todos modos, no puedo negarle el aplauso.
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