Permítaseme traer a la memoria estas palabras, que tanta falta hacen hoy por hoy, como quien dice, para depurar un poco la fantasía de todos esos que se creen que los hombres somos ángeles, cuando es tan obvio que las alas y la aureóla nos quedan bastante anchas. Ni qué decir, que el vicio es tan humano como el errar. Curioso, porque cuando Ribeyro se preguntaba, en Sólo para fumadores, por los autores que habían glorificado el tabaco en la literatura, se acuerda de Moliére, pero olvida por completo este texto genial de un compatriota nuestro, nada más ni nada menos que el gran Ricardo Palma; texto que lleva el poético título de Glorias del cigarro, y del que extraigo unos fragmentos, para que brillen por aquí, entre nuestras copas y tazas. Ya lo digo: que a la estatua de Palma que está en el Parque de las Tradiciones le falta un pucho en la boca. Y al que no me crea, pues que lea y se entere (por cierto, que Leónidas Ballén, del que se habla en el texto, era un cigarrero de la época de Palma y amigo suyo, y a él le dedicó el texto su autor):
"Que el cigarro es un curalotodo, una eficaz panacea para los males que afligen al hombre, una especie de quitapesares infalible, es cuestión que no puede ya ponerse en tela de juicio. Por eso tengo en más estuma una cigarrería que una botica. Y si no vea usted lo que leí en un centón, escrito por un fumador de cuyo nombre no quiero acordarme.
Va de cuento.
Hablaba un predicador en el sagrado púlpito sobre las miserias y desventuras que a la postre dieron al traste con la paciencia del santo Job. Los feligreses lloraban a moco tendido, salvo uno, que oía con la mayor impasibilidad la enumeración de las desdichas y que, interrumpiendo al sacerdote, le dijo:
-Padre cura, no siga usted adelante, que estoy en el secreto. Si ese señor Job gastaba tan buenas pulgas, fue porque tenía en la alacena muy ricos puros, de esos que llevan por nombre Club Nacional y que se encuentran en casa de Ballén. Así cualquiera se aguanta y lluevan pensas, que no en balde dice el refrán: A mal dar, pitar.
-¡Hombre de Dios! -contestó el cura -. Si entonces ni había clubs, ni don Leónidas pasaba de la categoría de proyecto en la mente del Eterno, ni se conocía el tabaco...
-¿No se conocía? ¡Ah! Pues ya eso es otro cantar. Compadre, présteme su pañuelo.
Y nuestro hombre se echó a gimotear como un bendito".
Y ahí va otro fragmentito:
"¿No le parece a usted, señor Ballén, que si el pobrete Adán hubiera tenido a mano una caja de coquetas o de aprensados, maldito si da pizca de importancia a las zalamerías de la remolona serpiente? Entre un cigarro y la golosina aquélla, que a ciencia cierta nadie sabe si fue manzana o pera, de fijo que para su merced la elección no era dudosa. Así nos habríamos librado los humanos de mil perrerías y no vendríamos a la vida, sin comerlo ni beberlo, con esa manchita de aceite llamada pecado original".
Así queda escrito en Glorias del cigarro, y ahora también dicho aquí, en el Café. Ojo, que no lo digo yo, que no soy nadie; que es palabra de Ricardo Palma, y eso ya es otro cuento.
12 comentarios:
Rediós¡¡¡ Bullard, el semental de lima, ostiasss¡¡¡
Bonito texto y bonito remate con el Adán. Efectivamente, si hubiera sido fumador y no un capullo atontao, no se la hubieran metido tan doblada. Es más, la Eva habría acabado arrodillada fumándose el habano del tipo, jajajaja.
Es usted grande, Don Santiago.
Esa copa, carajo¡¡¡
Jajajaja!!! Tripi, es que eres un puto genio, jajaja!!! Tío, lo que tendrías que hacer es mandarte tu propio comentario de la biblia, completito, jajajaja.
Esa copa, carajo, que el que es grande aquí eres tú, cabronazo!
jajajaja, sois lo peor!! Pues yo no fumo y no he fumado nunca...y doy gracias porque con la poca voluntad que tengo estoy segura de que no sería capaz de dejarlo nunca!
1besico! ;)
Fiona: Como decía el gran William Blake en uno de sus "Proverbios del Infierno": "La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría". Eso, para mí, es religión y va a misa, jajaja.
Un día de estos publico un repertorio de estos proverbios, son geniales, además de ilustrativos.
Un beso
Deberíamos hacer una clara distinción entre el vicio de fumar cigarrillos y la virtud de fumar puros.
He fumado mucho, durante muchos años y tabaco rubio del fuerte (Camel)... puro vicio, poco disfrute.
Desde que lo dejé recuperé el paladar y el placer de saborear.
Intenté con los puros, pero el asma me lo impidió. Algún día, quién sabe, lo volveré a intentar.
Buenas noches, crack!!!
Míchel, pensaba que la virtud era la de fumar porros...jajajaj. Odio el olor a puro!
1besico!
Santiago, siempre llamo "pucho" a mi cigarrito de moda. "Puchitos", así llamamos al amigo Pableras, ecuatoriano solemne y director de peliculas porno.
Don Ricardo Palma, me la pone dura!
Un saludo, bro!
Míchel: Bueno, diferencias hay, ¿no? Aunque yo no soy de los que se guardan el humo en la boca; ni siquiera los de los puros: raje de garganta y listo, que a eso le llamo yo placer. Los Camel son mis puchos de culto.
Un abrazo, compadre.
Fiona: ¿Cómo vas a odiar ese olor grueso, denso, algo dulzón, algo amargo, del tabaco de un buen puro?
Chica, me desconciertas! Jaja
MrMierdas: Aquí el cigarrillo es pucho, sin más ni más. Bueno, con sus variaciones: Puchini, Puchein, Puchito...
Palma es un puto amo. Un autor de cabecera, sí que sí.
Abrazo, maestro.
Pues será que aquí no hay buenos puros...jajaja. Soy desconcertante? Bah, como mucho contradictoria...;)
1besico!
Que tengo en mi bolsillo izquierdo una cajetilla de fosforo "llama"; que pienso que cada día un cigarro tiene que haber en mi cenicero; ¿Santiago, me crees que aun no puedo resistir el dejar un pucho a la mitad? pero es que voy por buen camino no colega; tal vez no; o tal vez si.
Salu2!!
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