Acaba de aparecer el último número de Cosas Hombre, y con él mi artículo sobre el viejo Larry Durrell, una contribución a la noble labor de rescatar sus libros de los estantes más polvorientos de las casas (y, de paso, a ver si los de Debolsillo se deciden a publicar de una maldita vez los dos tomos que les falta publicar del Cuarteto de Alejandría). Claro que esta tarea es apenas una nadería: al fin y al cabo, un genio del tamaño de Lawrence Durrell no necesita defensores, y se basta muy bien a sí mismo. Llegará el día, estoy seguro, en que la gente reparará en su existencia. (Por favor, que alguna editorial se decida a reeditar todos sus libros, a ver si puedo hacerme con toda su obra de una vez por todas, en lugar de ir saltando de fragmento en fragmento, una novela por aquí, un epistolario por allá... carajo). Lo más gratificante de todo, sin embargo, es el maravilloso trabajo de diagramación que han realizado los de la revista; nunca imaginé, mientras lo escribía, que quedaría tan... bonito.
Además de este brindis por Durrell, hay otras cosas muy buenas en la revista. Un vasto artículo sobre Quentin Tarantino (pedazo de genio maldito) y otro sobre los pechos (todavía no lo leo, pero promete, eh, promete). Están los de Víctor Coral (uno bien suculento sobre las Lolitas), César Gutiérrez (hablando, cómo no, sobre lo que podríamos llamar el "apocalipsismo") y Renato Velázquez (famosas fugas penitenciarias en el Perú), más otro de Willy Niño sobre el magistral jazzman Sonny Rollins (the best of the best). Como para no dejar de darle una hojeada.
2 comentarios:
Muy bueno. Sobre todo me gustó la entrada existencialista de Dostoevskiy.
Gracias, Uma; se hace lo que se puede.
Publicar un comentario