Hace mucho tiempo que no hablamos de pintura; y, a decir verdad, hace ya varios meses que doy vueltas a la idea de escribir algo por aquí sobre la obra de uno de los pintores más novedosos, curiosos y, no sé cuál sea la palabra, ¿"grotescos"? de las últimas décadas. Porque hay que decirlo de arranque y sin demasiados preámbulos: la obra de Hans Ruedi Giger no tiene precedentes, como no sea que nos pongamos a hablar de sus influencias (Dalí, notoriamente, y, según mi humilde parecer, Ernst Fuchs y Jean Delville), y tanto por su técnica como por su temática, Giger ya se ha labrado un lugar importante entre los pintores no sólo más importantes, sino también más novedosos de lo que viene siendo el tiempo desde mediados del siglo pasado.
Seres andrógenos, "cyborgs", máquinas antropomorfas o que simulan órganos humanos... la temática a la que H. R. Giger vuelve una y otra vez parece ser siempre esa, consiguiendo que las similitudes, la mera evocación de lo "humano", se convierta, por la forma en que se encuentra graficada, en algo perturbador. Pensemos, por ejemplo, en el más famoso de sus diseños, ya que no de sus pinturas, y preguntémonos por qué Alien (si, si, el de la película Alien, que lo diseñó Giger) nos resulta tan grotesco, y pronto daremos con la hipótesis, que yo creo cierta, de que es en virtud a sus rasgos humanizados, especialmente en los detalles: la forma de los dedos y de las las manos, la columna vertebral, la boca...
¿Por qué? Porque lo que Giger parece querer demostrar es que es precisamente aquello que se nos parece sin llegar a ser como nosotros mismos, sino manteniéndose siempre un poco por encima o un poco por debajo, lo que más nos repulsa, perturba y acongoja. Una suerte de definición de lo que es lo "grotesco".
Por lo demás, de más está ya decir que en la obra de Giger abunda lo simbólico y lo onirista, que hay referencias muy crudas a la sexualidad, o que uno de los puntos fundamentales de su "cyborguismo" es el fetichismo. Las diferentes creaciones de Giger son criaturas casi humanas que, ya sea que se arrastren o que se muevan a una velocidad inusual e inesperada, nos hablan un poco de lo que puede llegar a ser la imaginación y, de paso, de lo grotescos que somos nosotros mismos.
Y eso, creo yo, es algo de lo que quería decir. Por supuesto que hay más, muchísimo más, y no en vano es Giger uno de los grandes genios de las artes visuales (su obra incluye bocetos, diseños, pinturas y esculturas), pero creo que con lo dicho basta por el momento. El resto del trabajo se los dejo a ustedes, a su curiosidad y a su reflexión.¿Por qué? Porque lo que Giger parece querer demostrar es que es precisamente aquello que se nos parece sin llegar a ser como nosotros mismos, sino manteniéndose siempre un poco por encima o un poco por debajo, lo que más nos repulsa, perturba y acongoja. Una suerte de definición de lo que es lo "grotesco".
Por lo demás, de más está ya decir que en la obra de Giger abunda lo simbólico y lo onirista, que hay referencias muy crudas a la sexualidad, o que uno de los puntos fundamentales de su "cyborguismo" es el fetichismo. Las diferentes creaciones de Giger son criaturas casi humanas que, ya sea que se arrastren o que se muevan a una velocidad inusual e inesperada, nos hablan un poco de lo que puede llegar a ser la imaginación y, de paso, de lo grotescos que somos nosotros mismos.
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