sábado, 22 de mayo de 2010

Filosofía cruda


Siempre he pensado que a los diversos libros de historia de la filosofía que he leído les falta un capítulo dedicado al análisis de la obra del Marqués de Sade. O bueno, de los "filósofos libertinos" en general, pero de Sade en particular. Y creo que los motivos son bastante claros, al menos para cualquiera que halla leído alguno de sus libros: no más allá, sino envolviendo las expresiones duras, el erotismo grotesco, la perversión y la crueldad sexual, hay una formulación filosófica constante, que si peca de inexacta en algunos pasajes, al menos nos la echan a la cara con la suficiente violencia como para que no dejemos de reparar sobre ella.
Más allá del morbo, de la "perversión", de la crueldad con que concebía (y realizaba) los actos sexuales, el Marqués de Sade fue un verdadero hombre de su siglo: ilustrado al mejor estilo francés, dotado de esa sensibilidad que antecedería en su patria al romanticismo. Fue un hombre de clase, pero vio que esa sociedad que lo hubiera abrazado se podría sin una gota de sutileza.
Si los comparamos con el mar de lectores que ha tenido Sade, han sido muy pocos los que han notado las múltiples dimensiones críticas, sociales, políticas, religiosas y filosóficas que se encuentran en esas líneas llenas de penes, semen, culos (sobre todo culos) y gritos donde el dolor y el placer siguen confundiéndose. Si uno repasa, sobre todo, sus cuentos, se encontrará no sólo con un dedo que señala la paja del ojo ajeno, sino que además se dará con la sorpresa de que algunos de ellos ni siquiera hablan de sexo. Éstos fueron, en su mayoría, escritos en la juventud del Marqués: con el paso de los años, parece que ya no le bastó con hacer críticas, sino que hacía falta derrumbar el universo entero.
La obra de Sade es una costante acusación contra la hipocresía, de todo el mundo y de todos los géneros. También la sexual: es decir, ¿por qué hacer de la sodomía un crímen si es, a su modo de ver, la forma en que más se goza de los placeres sexuales? Pero sus grandes obras (Justine, Los 120 días de Sodoma, La filosofía en el tocador) ya dan un paso que es violento no sólo en cuestiones de tema y estilo, sino también en términos filosóficos. Lo que hizo Sade fue, a resumidas cuentas, proponer un sistema de la anti-ética, que se fundamentaba en la naturaleza primaria y más instintiva del hombre. La sociedad, vista así, era la construcción de una gran mentira antinatural; la ética sólo negaba lo que el cuerpo buscaba con desesperación: el placer, el morbo, todo aquello que las buenas costumbres habían converido en un tabú. No es de extrañar que detestase a la religión, como principal responsable de esta censura.
¿Y no es todo esto, en cierto modo, parte de lo que Freud, y luego Jung y Marcuse, afirmarían? ¿Qué es si no el id y su tensión constante con el superego, qué el "principio de realidad" que Marcuse veía oponerse al "principio del placer" a niveles macro-sociales; qué los arquetipos simbólicos de Jung, que tan a menudo se relacionaban a lo sexual y a lo fálico? Y eso sólo por una parte: ¿no es el irracionalismo naturalista que propone Sade un antecesor también de algunas perspectivas contemporáneas que, si bien fueron muy distintas, guardan algunos puntos en común? Heidegger, Jaspers o Sartre, por ejemplo.
Recuerdo que me llamó mucho la atención el descubrir que Bertrand Russell había incluído en su Historia de la filosofía occidental todo un vasto capítulo sobre Lord Byron; del mismo modo, me ha sorprendido siempre que los filósofos no recuerden que hubo uno que se hizo llamar del mismo modo, y que construyó las bases de una filosofía cuyo único "pecado" era el de tener consecuencias que sólo podrían parecernos catastróficas, de paso que cruel. El Marqués de Sade permite lecturas muy curiosas, desde más de una perspectiva. ¿Por qué quedarnos sólo con la obvia? Claro que siempre seguiremos disfrutando sutil y, quizá, secretamente con todos los excesos y la brutal sexualidad del Marqués; pero, poniendo las cosas en claro, ¿por qué no, de paso, llevar estas lecturas a otros marcos?

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