Bueno, las banderillas están sobre la mesa, así que creo que es un buen momento (en mi cumpleaños, de paso) para hablar, de una vez por todas, de algo de lo que hace mucho que tendría que haber hablado: la Asociación de Toreros Aficionados (ATA), que ciertamente merece algo más que unas cuantas palabras.
Por amor al arte, sí... y es que ATA podría leerse, también, como tres palabras sueltas que, juntas, tienen un sentido muy especial: Afición - Toros - Arte. Vivir y gozar de cada instante de la pasión que se está jugando allí, no debajo sino al frente, sobre la arena, entre el hombre y el toro, esos dos sujetos que, de pronto, se convierten en todo lo que existe en el universo, que tratan de leerse uno al otro, ser el uno en el otro, pero sabiendo que sólo uno de los dos puede llevar los laureles a casa. No, señores: esta vez no quiero detenerme en todo el debate moral que se cierne sobre la tauromaquia; sólo quiero hablar de la Fiesta Brava como un amante de la pintura habla de un Van Gogh: abandonándome a ello.
Y es que, al fin y al cabo, ¿no es ése el espíritu que guía al torero? Y, en este caso, a la Asociación. Una afición compartida, que va de la mano con la fraternidad, las risas, el consejo, el cariño y, por qué no, las canciones y las copas. Han sido largos años desde que mi abuelo, José Alfredo Bullard, se reuniese un 6 de diciembre de 1968 con sus amigos Fito Matellini, Rafael Puga y Raúl Aramburú para fundar esta sociedad; desde entonces, muchos nombres han ido sumándose a la lista, dispuestos a encarar al toro con valor, pasión y esa extraña forma de cariño y empatía (aunque más de algún escéptico no esté dispuesto a creerlo) que surge entre ambos en ese tiempo en que ambos se juegan la vida mano a mano, entre el estoque y los pitones.
Digan que me pongo sentimental si quieren: es absolutamente cierto. ¿Cómo no hacerlo, ya que toco un tema como este, que llevo tan atado en tradición, afición, familia y amigos? ¿Cómo no hacerlo si no puedo dejar de sentir cómo bulle la sangre en mis venas mientras escribo estas escasas líneas? Venga, vamos a llevar esto a su máxima nota: adjunto, como epílogo, un videíllo. La canción es el Himno de la ATA, compuesta, escrita y cantada por mi abuelo, "papapa" Bullard en persona, con los hermanos Bullard (sus hijos, entiéndase mi padre y sus hermanos) en el coro y el Joven (alias "Iván") Goicochea en la guitarra; grabado bajo la tierna mirada del maestro Ernesto Hermoza. Las fotos que componen el video, hay que dejarlo dicho también, son todo un documento, pues recorren muchos de los años de la ATA. ¡Un brindis bien alto por la afición! ¡Olé, coño, olé!
Por amor al arte, sí... y es que ATA podría leerse, también, como tres palabras sueltas que, juntas, tienen un sentido muy especial: Afición - Toros - Arte. Vivir y gozar de cada instante de la pasión que se está jugando allí, no debajo sino al frente, sobre la arena, entre el hombre y el toro, esos dos sujetos que, de pronto, se convierten en todo lo que existe en el universo, que tratan de leerse uno al otro, ser el uno en el otro, pero sabiendo que sólo uno de los dos puede llevar los laureles a casa. No, señores: esta vez no quiero detenerme en todo el debate moral que se cierne sobre la tauromaquia; sólo quiero hablar de la Fiesta Brava como un amante de la pintura habla de un Van Gogh: abandonándome a ello.
Y es que, al fin y al cabo, ¿no es ése el espíritu que guía al torero? Y, en este caso, a la Asociación. Una afición compartida, que va de la mano con la fraternidad, las risas, el consejo, el cariño y, por qué no, las canciones y las copas. Han sido largos años desde que mi abuelo, José Alfredo Bullard, se reuniese un 6 de diciembre de 1968 con sus amigos Fito Matellini, Rafael Puga y Raúl Aramburú para fundar esta sociedad; desde entonces, muchos nombres han ido sumándose a la lista, dispuestos a encarar al toro con valor, pasión y esa extraña forma de cariño y empatía (aunque más de algún escéptico no esté dispuesto a creerlo) que surge entre ambos en ese tiempo en que ambos se juegan la vida mano a mano, entre el estoque y los pitones.
Digan que me pongo sentimental si quieren: es absolutamente cierto. ¿Cómo no hacerlo, ya que toco un tema como este, que llevo tan atado en tradición, afición, familia y amigos? ¿Cómo no hacerlo si no puedo dejar de sentir cómo bulle la sangre en mis venas mientras escribo estas escasas líneas? Venga, vamos a llevar esto a su máxima nota: adjunto, como epílogo, un videíllo. La canción es el Himno de la ATA, compuesta, escrita y cantada por mi abuelo, "papapa" Bullard en persona, con los hermanos Bullard (sus hijos, entiéndase mi padre y sus hermanos) en el coro y el Joven (alias "Iván") Goicochea en la guitarra; grabado bajo la tierna mirada del maestro Ernesto Hermoza. Las fotos que componen el video, hay que dejarlo dicho también, son todo un documento, pues recorren muchos de los años de la ATA. ¡Un brindis bien alto por la afición! ¡Olé, coño, olé!
En la imágen: los miembros de la ATA celebrando reencuentro y aniversario, en el paseíllo inaugural en el ruedo del cortijo "La Esperanza" (tantas buenas veladas entre toros y guitarras...), sede de la asociación, de Tito Fernández.
6 comentarios:
Pues fíjese cuántas coincidencias, porque mi cumpleaños fue ayer... ¡y los dos Tauro!... Felicidades...
¡Pues feliz cumpleaños, hombre! Enhorabuena, y salud por eso.
espectacular!!! Enhorabuena!!!
Gracias, Foncho. Y que siga la afición.
¿no te parece algo injusto y bien desequilibrado, que un hombre "juegue".. como tu dices.. contra un animal inofensivo?
siempre lo dire las corridas de toros son un gusto para gente ignorante.. y te lo explico para que no te exploten tanto las neuronas. ignorante porque simplemente NO SABEN = IGNORAN
El arte es la expresion de un ser humano y cuando lo que hace deja de ser razonable como provocar dolor en un ser viviente solo por DIVERSION.. dejas de ser un humano,.
Una pena realmente que esta tradicion siga existiendo, seria mas divertido (bueno para mi si lo seria ) si la modernizaran y pusieran a dos toreros clavandose las banderillas y "jugando" bien bonito entre ellos hasta llegar pues el otro con el regalazo de las orejas y un pedazo del "rabo" del otro .
...Pero gustos son para unos disgustos de algunos de nosotros.
My darling anónimo:
Hay una cosa que dijo Vargas Llosa que sonó muy mal escrita, pero que es cierta, y es que la tauromaquia nos recuerda a los seres humanos que tenemos, también, un lado sangriento. Sobre la relación entre diversión y sadismo, te recomiendo un repaso de las obras de Freud (claro, te lo recomienda un ignorante, pero qué más da). Y, tema aparte, yo sí iría a ver a dos seres humanos (toreros o no) reventarse a muerte.
Pero si quieres enterarte bien de cómo marcha la discusión sobre esta materia, lee la nota (en este mismo blog) titulada "Hablando de toros: Mosterín contra Vargas Llosa" y, sobre todo, lee los comentarios, donde se armó un debate real, lúcido y coherente, sobre la materia, sin insultos ni desprecios de por medio.
Saludos.
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