jueves, 8 de abril de 2010

Cortázar "Rebovinado": el regreso del Perseguidor


Mi más que hermano, Víctor Castillo, acaba de clavarme un puñal de inspiración fría en el medio del páncreas sin saberlo. Como quien charla con su insomnio, me doy un paseo por su blog, "Stop, play and rec" (favorrebovinar.blogspot.com), y me topo con que evoca un viejo relato en el que, vaya escándalo, hace mucho que no me paraba a pensar. Ni más ni menos que El perseguidor, donde una de las mejores plumas de Julio Cortázar hace pulular por París a un saxofonista que, todo el mundo lo sabe, sin importar qué nombre le pongan en el cuento, no es otro que Charlie Parker, "The Bird".
Y quién lo duda: nadie se puede cansar de releer ese cuento (a menos que sea el más absolutista de los anticortazarianos), como bien lo dice Víctor. Como quien escucha una canción de Parker: las mismas viejas notas son, en cada ocasión, una nueva aventura, otro viaje que se ha cagado del todo en las censuras y que... Bah, a la mierda con las palabras. Parker es Parker.
Como quien se sienta a fumar un cigarrillo mientras conversa con su insomnio, echo a andar una canción de "Bird" (Bluebird), y pienso en ese cuento que no leo hace ya... qué, ¿tres, cuatro años? Y sin embargo, el sabor y los olores siguen vivos en mi memoria, inexorcisables, por suerte. Yo no sé lo que piense el resto del mundo al respecto (sobre todo los cortazarianos, que son, y sobre todo en Buenos Aires, una escuela férrea y a veces hasta terrible), pero yo afirmaré sin temores que, para mis pobres gustos, el Cortázar de libros como Rayuela y unos pocos más puede ser olvidado sin demasiados temores: me quedo con el de Las babas del diablo, el de Todos los fuegos el fuego, el de la mayor parte del Bestiario y, cómo no, con el de El perseguidor. Olé por Cortázar. Olé por Parker. Levanta esa copa, insomnio amigo.

Un videíto: Charlie Parker y Dizzy Gillespie, "The duck", tocando juntos Hot house. Provecho.

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