No es la primera vez que planteo una crítica contra la supuesta impracialidad del tiempo (ni contra su buen ojo) para determinar qué escritores merecen pasar a la inmortalidad y cuáles otros pueden ser olvidados sin temor alguno. Esto lo formulé, de hecho, en el artículo que escribí sobre Lawrence Durrel para Cosas Hombre; y, ahora, vuelvo a poner la palabra en la punta de la lengua (y de este café), como para mantener el pan fresco.
De paso, también, porque no puedo dejar de indignarme un poco cuando leo un breve texto de Harold Bloom sobre Sartre en el "Moleskine Literario" de I. Thays. Bien: Harold Bloom, quien lo duda, es un genio de la crítica y la teoría literaria de nuestros tiempos, y su libro sobre Shakespeare ha supuesto una verdadera revolución no sólo en la crítica shakespeariana, sino también en muchos otros campos de la hermenéutica literaria en general (todavía no he leído ese libro, pero ya me haré con un ejemplar). Pero los galardones no borran el pecho que cubren, y Bloom todavía es humano.
Lo que Bloom plantea, en todo caso, es que Sartre es un escritor que ha caído en el olvido con cierta justicia: su obra es demasiado "sartreana" para el mundo al que ya no pertenece Sartre, sus novelas en general no funcionan como tales, y si sus obras teatrales siguen siendo leídas y montadas, a nadie se le va a ocurrir compararlo con qué se yo, ¿Tenessee Williams? En cuanto a sus obras de filosofía y de crítica, las envía al entierro: el existencialismo, a su parecer, ha sido desfasado. Y de la izquierda que defendía Sartre ni hablemos (igual, a mí la política me importa un bledo).
Yo mismo me he planteado alguna vez la cuestión Sartre. ¿Sobrevivirá al cruel capricho del Tiempo? Porque la obra de Sartre se ha mantenido en un péndulo incesante, entre la celebración y la ignorancia, y desde los años sesenta y setenta casi no se lo ha vuelto a mencionar en los cánones. Pero Sartre, creo yo, volverá, o está volviendo. Como narrador, porque sigue teniendo dos o tres libros (La náusea, Las palabras y El muro están en esa lista) que siguen manteniendo su valor literario. Como dramaturgo, porque ni qué decir que sus obras de teatro son, en su mayoría, obras maestras. Como filósofo, finalmente, porque su enfoque crítico (y siempre crítico) sigue estando entre los más agudos de cuantos pueden contarse en el correr del pensamiento del siglo XX. ¿El existencialismo ha muerto? No lo creo: sólo se lo ha dejado de lado. Mientras el autocuestionamiento y la pregunta por la razón del ser sigan en pie, el existencialismo seguirá teniendo vigencia (esto es, mientras siga habiendo humanidad); y en estos tiempos de virtualización, tecnocracia, globalización y crisis ambiental, el existencialismo nunca pareció estar tan cerca, ni tan necesitado, de un replanteamiento. No, señores: Sartre no se ha ido, ni se irá. Algún lector le quedará siempre.
Por otro lado, ¿cómo justificar tantos otros olvidos? Pietro Aretino, Restif de la Bretonne, Carson McCullers o, por supuesto, Lawrence Durrell son algunos nombres que, en su conjunto, conforman un grave argumento contra la palabra del Tiempo. Lo siento mucho, Harold Bloom, pero este tiro te puede salir por la culata.
De paso, también, porque no puedo dejar de indignarme un poco cuando leo un breve texto de Harold Bloom sobre Sartre en el "Moleskine Literario" de I. Thays. Bien: Harold Bloom, quien lo duda, es un genio de la crítica y la teoría literaria de nuestros tiempos, y su libro sobre Shakespeare ha supuesto una verdadera revolución no sólo en la crítica shakespeariana, sino también en muchos otros campos de la hermenéutica literaria en general (todavía no he leído ese libro, pero ya me haré con un ejemplar). Pero los galardones no borran el pecho que cubren, y Bloom todavía es humano.
Lo que Bloom plantea, en todo caso, es que Sartre es un escritor que ha caído en el olvido con cierta justicia: su obra es demasiado "sartreana" para el mundo al que ya no pertenece Sartre, sus novelas en general no funcionan como tales, y si sus obras teatrales siguen siendo leídas y montadas, a nadie se le va a ocurrir compararlo con qué se yo, ¿Tenessee Williams? En cuanto a sus obras de filosofía y de crítica, las envía al entierro: el existencialismo, a su parecer, ha sido desfasado. Y de la izquierda que defendía Sartre ni hablemos (igual, a mí la política me importa un bledo).
Yo mismo me he planteado alguna vez la cuestión Sartre. ¿Sobrevivirá al cruel capricho del Tiempo? Porque la obra de Sartre se ha mantenido en un péndulo incesante, entre la celebración y la ignorancia, y desde los años sesenta y setenta casi no se lo ha vuelto a mencionar en los cánones. Pero Sartre, creo yo, volverá, o está volviendo. Como narrador, porque sigue teniendo dos o tres libros (La náusea, Las palabras y El muro están en esa lista) que siguen manteniendo su valor literario. Como dramaturgo, porque ni qué decir que sus obras de teatro son, en su mayoría, obras maestras. Como filósofo, finalmente, porque su enfoque crítico (y siempre crítico) sigue estando entre los más agudos de cuantos pueden contarse en el correr del pensamiento del siglo XX. ¿El existencialismo ha muerto? No lo creo: sólo se lo ha dejado de lado. Mientras el autocuestionamiento y la pregunta por la razón del ser sigan en pie, el existencialismo seguirá teniendo vigencia (esto es, mientras siga habiendo humanidad); y en estos tiempos de virtualización, tecnocracia, globalización y crisis ambiental, el existencialismo nunca pareció estar tan cerca, ni tan necesitado, de un replanteamiento. No, señores: Sartre no se ha ido, ni se irá. Algún lector le quedará siempre.
Por otro lado, ¿cómo justificar tantos otros olvidos? Pietro Aretino, Restif de la Bretonne, Carson McCullers o, por supuesto, Lawrence Durrell son algunos nombres que, en su conjunto, conforman un grave argumento contra la palabra del Tiempo. Lo siento mucho, Harold Bloom, pero este tiro te puede salir por la culata.
4 comentarios:
Bloom es un teórico y, por tanto, habrá que esperar a que pase el tiempo; puede que haya que esperar a la muerte del propio Bloom. De todas formas, no suelo tenerb demasiado en cuenta lo de las listas, me dan un poquito de alergia...
Por ejemplo: ¿Sartre y Durrell?... Es como pretender mexclar agua y aceite... Es que no tienen nada que ver. En fin, más temas de debate, supongo...
Si, siempre he pensado que no hay lista que no sea arbitraria. Por cierto, y disculpa que no se me halla entendido. No es que Bloom halla dicho algo sobre Durrell (eso no lo se). Solo digo que me opongo a la idea de que el tiempo vaya a borrarlo como a Sartre (que según Bloom ya está siendo borrado), que tampoco va a borrarse, según yo. Aunque sería interesante saber si Bloom ha dicho alguna cosas sobre Durrell. Ya lo dijiste: más temas de debate.
Bueno, tanto Durrell, como Bloom, o Sartre, Joyce o Benet, han escrito cosas tan sustanciosas que algunos gañanes como nosotros no podráN EROSIONAR SU VALOR REAL...
Esto es lo que pasa por teclear con pasión...
Amen por eso, compadre
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