El de la poesía es un coto de caza en el que uno puede encontrarse de todo: no hay creatura demasiado extraña, demasiado pintoresca o demasiado bella que no encuentre un rincón en el territorio de la poesía. Ya no sé cuántas veces me habré preguntado qué es eso que tiene el género poético que lo hace tan... ¿especial? Porque hay que reconocerlo: hay algo allí que hace de la poesía un género único, extraño e infinitamente sublime. Ahora, que por poesía no debe entenderse sólo lo que está escrito en verso. Cuando digo poesía pienso, también, en un párrafo de Faulkner, en un escenario de Fellini, en una imágen de el Bosco, en un muletazo de Enrique Ponce o en una fotografía de Helmut Newton. La poesía es un baile de disfraces en el que uno puede enamorarse de todas las máscaras.
Hoy me he pasado la mañana (para mí, la mañana empieza al mediodía, dicho sea de paso) leyendo a un poeta en particular, que definitivamente está entre los mejores y, de paso, más extraños de la cuenta. Me refiero a Dylan Thomas.
¿Qué es lo que tiene Thomas que lo hace tan fascinante? Porque sus poemas son un fenómeno único en su especie: a pesar de contarse entre los más complejos de la literatura en lengua inglesa, son irresistibles, y uno puede perderse en ellos como en una jungla que por estar hecha de cristal no deja de ser un laberinto. Seguir la pista de sus versos puede ser muy difícil, pero uno enseguida puede quedar cautivado por el sonido de las palabras que ha tejido con tanta habilidad y paciencia. Su barroquismo, que lo hace pertenecer a la misma familia que Faulkner y Byron, es el resultado de una extraña mezcla entre un sólido hermetismo semántico con una distendida cadencia sonora: el resultado es un poema como un río del que apenas si podemos ver el fondo. Y no sé si se entenderá mi metáfora, pero es la mejor que se me ocurre ahora.
Compartir poesía es una de las cosas que más disfruto. Así que, teniendo este pretexto a la mano, les dejo uno de los mejores poemas de este verdadero genio. Au revoir.
And Death Shall Have no Dominion
And death shall have no dominion.
Dead mean naked they shall be one
With the man in the wind and the west moon;
When their bones are picked clean and the clean bones gone,
They shall have stars at elbow and foot;
Though they go mad they shall be sane,
Though they sink through the sea they shall rise again;
Though lovers be lost love shall not;
And death shall have no dominion.
And death shall have no dominion.
Under the windings of the sea
They lying long shall not die windily;
Twisting on racks when sinews give way,
Strapped to a wheel, yet they shall not break;
Faith in their hands shall snap in two,
And the unicorn evils run them through;
Split all ends up they shan't crack;
And death shall have no dominion.
And death shall have no dominion.
No more may gulls cry at their ears
Or waves break loud on the seashores;
Where blew a flower may a flower no more
Lift its head to the blows of the rain;
Though they be mad and dead as nails,
Heads of the characters hammer through daisies;
Break in the sun till the sun breaks down,
And death shall have no dominion.
Dead mean naked they shall be one
With the man in the wind and the west moon;
When their bones are picked clean and the clean bones gone,
They shall have stars at elbow and foot;
Though they go mad they shall be sane,
Though they sink through the sea they shall rise again;
Though lovers be lost love shall not;
And death shall have no dominion.
And death shall have no dominion.
Under the windings of the sea
They lying long shall not die windily;
Twisting on racks when sinews give way,
Strapped to a wheel, yet they shall not break;
Faith in their hands shall snap in two,
And the unicorn evils run them through;
Split all ends up they shan't crack;
And death shall have no dominion.
And death shall have no dominion.
No more may gulls cry at their ears
Or waves break loud on the seashores;
Where blew a flower may a flower no more
Lift its head to the blows of the rain;
Though they be mad and dead as nails,
Heads of the characters hammer through daisies;
Break in the sun till the sun breaks down,
And death shall have no dominion.
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