Al fin, al fin... después de tantos años de búsquedas, esperas y frustraciones (ocasionadas, claro está, por el vacío existencial de mis bolsillos) he puesto en mis estantes, a brillar entre mis libros, los dos tomos de memorias que ha escrito y publicado Gore Vidal (Palimpsesto: una memoria, de 1995, y Navegación a la vista, del 2006); dos libros que son, a su vez, un recorrido por el panorama cultural, intelectual, social y político de lo que ha venido siendo el mundo desde el siglo pasado, un anecdotario sarnoso y lúcido por el que desfilan muchas de las figuras que han marcado la historia y la consciencia de todos (desde Tennessee Williams y Truman Capote hasta Marlon Brando, J. F. Kennedy, Federico Fellini, Anaïs Nin, entre muchísimos otros), una magistral fuente de humor y risas y, de paso, una invitación a echar un vistazo sobre el desarrollo poético, intelectual y literario del que es, ha sido y será no sólo uno de los críticos más mordaces de la sociedad y la cultura contemporáneas, sino también uno de los mejores escritores del siglo XX y de lo que va del XXI.
Porque claro: hablamos de Gore Vidal, un hombre que parece habérselas ingeniado para estar en el centro del correr de la historia, o por lo menos de muchos de sus capítulos. De uno de los autores más fructíferos e infinitos de las últimas décadas, y que es capaz de pasar de un estilo y una estética a la otra sin traicionarse a sí mismo ni a su personalísimo estilo ni a su sensibilidad. Es decir, ¿quién podría creer que el autor de Duluth y Myra Breckinridge pudiera ser el mismo de la cultísima Julian, o de guiones cinematográficos como los de Calígula, Ben-hur o Súbitamente el último verano? Y, sin embargo, es así; y cuando uno llega a notar lo que unifica a estos libros, no le queda más que abrir mucho la boca y admirarse de que un genio tan múltiple como este exista.
Los libros de memorias de Gore Vidal traen toda esta multiplicidad a una suerte de unidad, poniendo todo lo que ha hecho este sujeto en una perspectiva que le sirve para reflexionar y reconstruir el sentido de los años pasados (y todo lo que pasó con ellos). Desde mi punto de vista, se trata de lecturas obligatorias. Y, para los que no lo vean así, pueden tener por seguro que son dos libros que no van a dar nada de que arrepentirse, cuya prosa (ligera y precisa) se deja leer con facilidad, y que está cargada de humor (negro o no) desde el principio hasta el fin.
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