miércoles, 8 de julio de 2009

Para el Día de San Baco, o reflexiones en torno a la Causa Etílica


No en vano fue Baco dios de la poesía, ni ha muerto del todo su culto, pese al paso de los siglos: no se pronunciará su nombre, pero... ¿no son nuestras reuniones y borracheras formas rituales casi religiosas? Como el plato de sueño que necesita la sociedad para no caer en la locura (Bukowski escribió, sabiamente, que "es mejor la resaca que el manicomio"). Yo hasta propondría la celebración anual del día de San Baco, para que todos los paganos podamos sentirnos, por una vez, justificados por un día del calendario. Y creo que los poetas también tendrían que agradecerlo, pues, creo, no estarán todos ellos de acuerdo con la sentencia de Hegel que afirma que "del vino no nace la poesía". ¡¿Se imaginan semejante blasfemia?! Creo que un solo verso de Bukowski basta para enterrarlo, y hablo de él como un supremo exponente de la mejor poesía ebria (porque, parafraseándolo, ya que "las horas son largas y de alguna forma hay que ocuparlas hasta que llegue la muerte", ¿por qué no hacerlo con alcohol y literatura?); o, sino, una ranchera de Jiménez o de la Vargas, o alguna letra de Sabina (Ponme un trago más o La canción de los buenos borrachos, por ejemplo).

Todo esto en la antigüedad lo sabían bien: Homero se dedica, en repetidas ocasiones y con todo lujo de detalles, a relatar banquetes en los que nunca falta el vino; siglos más tarde, en la Roma Imperial, Ovidio lo santificó por su utilidad fundamental para la gesta amorosa, y luego Petronio escribió que "el vino es vida", y aún llegó a escribir una de las más bellas líneas sobre la condición humana valiéndose del ejemplo del vino: "Pues resulta -dijo -que vive más un vino que los pobres humanos". De hecho, los banquetes se convirtieron en un escenario clásico de la literatura latina, y hasta dieron paso a un género llamado "Simposio" (Simposium), donde se relataban, como en el Satiricón, banquetes y borracheras, que eran las excusas para el diálogo y la reflexión (la filosofía, recordémoslo, no tiene por qué no nacer de la ebriedad; José María Valverde, de hecho, ha escrito sobre la Fenomenología del Espíritu de Hegel que "puede parecer un libro engendrado en una larga borrachera", aunque sabemos que eso es imposible, dadas las opiniones de su autor respecto a la infertilidad del vino). Y no faltan a la causa ni mártires ni santos: aparte de los clásicos romanos y el obvio Bukowski, tenemos aún una larga lista, que incluye nombres tan prestigiosos como los de Poe, Baudelaire, Faulkner, Hemingway, Burroughs, Martín Adán... y el obvio caso del poeta Dylan Thomas, que murió a raíz de una larga serie de vasos de whiskey.

Así que ya lo saben; yo, por mi lado, sigo esperando el día en que se anuncie, al fin, la validez universal del Día de San Baco (claro que no lo haré sin abrir botellas: que la religión no es para tomársela a la broma, joder). Hasta entonces, igual seguimos bebiendo.

1 comentario:

Ronald Adolfo Orellana. dijo...

No creas Santiago, yo, como todo buen pagano, también estoy esperando el día de San Baco.

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