Jura Joaquín Sabina que la historia fue así: el día que Leonard Cohen, poeta y novelista al que no se le había pasado por la cabeza ser cantante, escuchó una canción de Bob Dylan se dijo: "si este cabrón, con esa voz que tiene, puede hacerlo, entonces yo también". Y ahí lo tienen: Leonard Cohen ha llegado hasta nuestro rincón de los sábados, para dar el calibre correcto a los contrabajos de la resaca. (Ahora, que la historia a lo mejor no fue así, pero yo le creo al maestro ubetense, y pueden consultarla en el libro de diálogos con su biógrafo) Lo cierto es que Leonard Cohen es un verdadero maestro de la letra y la canción, y si no canta como Plácido Domingo, ¿eso qué? Lo preferimos así, con su voz de lija pasada por aguardiente y las ganas de llenar cada uno de nuestros silencios de poesía. Que es, precisamente, lo que hace este hombre: poesía convertida en canción, con palabras que siguen dando vueltas en nuestros oídos muchas horas después de haberlas escuchado. Voy a dejarles, pues, con uno de sus temas: Dance me to the end of love, que no creo que quede corta para nadie, y que hace mucho que quiero hacer rodar por estos lares. Con esto, me despido, y la semana entrante espero llegar a tiempo y no estar haciendo los domingos lo que he prometido para los sábados (aunque como igual hay resaca...). Sigamos, pues, rodando.
Al menos para mí
Hace 12 horas
2 comentarios:
Es la canción perfecta para esta temporada de mi vida, mi querido Santi. Inevitable asociarla a mi shaparra.
Leonard Cohen toda la mañana y rondas de chilcanos para todos...mis demonios!!
Esa ronda, con los vasos bien en alto, mi compadre. A ver si mañana te animas a tomar unas chelas (yo las pongo, he dicho).
Un abrazo, hermano!
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