martes, 3 de noviembre de 2009

Leslie Nielsen, un genio


No sé si muchos estarán de acuerdo conmigo o si pensarán que hablo por hablar, pero lo cierto es que si Leslie Nielsen no recibe, como mínimo, un Óscar honorario, dejo de creer del todo en la Academia. De hecho, habría que preguntarse, de arranque, por qué no existe el Óscar a mejor comedia, o al mejor actor cómico. A mí, por lo menos, me basta con recordar alguna de las escenas de Leslie Nielsen para que automáticamente me entren las ganas de reírme... por no decir que de arrastrarme por el suelo de la risa.
Si podemos creer en los clásicos, entonces tenemos que reconocer que hay clásicos para cada género. Pero un clásico no parece que pudiera ser cualquier cosa: es como si tuviera un olor particular. Me dicen que Casablanca lo tiene; yo puedo decir, por mi lado, que lo tienen La dolce vita, Una Eva y dos Adanes y Chinatown, entre otros. Y fíjense en el detalle: cada una de las películas que he nombrado es radicalmente distinta a las demás. Pues bien: del mismo modo, la trilogía de The naked gun o Airplane! pertenecen a esa especie de filmes que, ni bien los vemos, nos hacen sentir, entre carcajada y carcajada, que estamos ante algo distinto: un clásico. Y, entre los muchos motivos que pueda tener este fenómeno, uno de los más importantes (si no el más), quién lo duda, es la genial actuación, el gesto siempre preciso, de Leslie Nielsen.
Más que a la de Chaplin y Cantinflas, pertenece a la especie que nació de los hermanos Marx (como los Tres Chiflados). Hoy por hoy, creo que podemos reconocerlo como uno de los mayores actores cómicos de cuantos han pasado por un escenario. Y, sin lugar a dudas, creo que merece, por eso mismo, un reconocimiento de alguna otra forma, no porque lo necesite, sino porque nosotros se lo debemos. Pasarán los años y nos seguiremos riendo hasta las lágrimas con sus personajes; su pedestal tiene templo propio, y es muy alto, aunque no todo el mundo pueda notarlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, te aconsejo que vayas perdiendo tu fe por la academia de una vez. Hay gente vetada por la academia, por una u otra razón. Tenemos el caso de Hitchcock, Brian de Palma (alumno directo de Hitchcock, aunque dudo que tenga algo que ver) Jean-Luc Godard, editores como Walter Murch (el de Apocalypse Now), etc. No sólo vetados, como es el obvio caso de De Palma, sino dejados de lado para que las grandes producciones de Hollywood puedan hacer buenas ganancias. Caso distinto es el de Vertigo, de Hitchcock. Ni siquiera llegó a ser nominada al Oscar y ese año ganó Ben Hur. ¿Es Ben hur una mejor película? Una película de libro, sin ningún error reconocible pero, ¿mejor que Vértigo? Nadie que sepa de cine te va a decir que sí.

Los grandes comediantes han llegado a ser agasajados con el oscar honorario. Charles Chaplin, Graucho Marx, Buster Keaton, incluso Bob hope por sus contribuciones a las comedias. Por más que admire las comedias de Leslie Nielsen, dudo que la Academia lo considere para el honorario, especialmente ahora que no se le da a cualquiera como hace 70 o 60 años. Creo que mi punto es que, por más que la academia haga buenos reconocimientos de vez en cuando, ya han tenido demasiados errores en la historia y, por mi parte, perdí mi fe en su juicio hace muchos años. Prefiero leer sobre premiaciones como San Sebastián, los Cannes, el New York film critics circle association, etc. Cualquiera de los tres tienen un mejor juicio sobre cine que la academia.

Santiago Bullard dijo...

No es que no lo sepa... la Academia, últimamente, brilla por sus errores (aunque no deja de tener uno que otro acierto, hay que reconocerselo, como sus premios a películas en idioma extranejero), y yo también he perdido la fe en que Leslie Nielsen obtenga un día el premio. Pero claro que se lo tiene merecido.

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