domingo, 31 de octubre de 2010

Érase una vez... una película de "The Lord of the Rings"


Pero no hay que confundirse: no hablo de los fenómenos de taquilla y premios Óscar de Peter Jackson (tan ricas en espectaculares escenas bélicas como en abortos de dramaturgia), sino de algo que ocurrió mucho muy antes, allá por 1978, cuando a un cineasta llamado Ralph Bakshi se le ocurrió llevar a las pantallas la maravillosa trilogía de Tolkien, The Lord of the Rings. Y, por el resultado, creo que tenemos derecho a pensar que no lo empujaba la sed de taquillas, porque bueno... corrían los años setenta, y estaban en boga la psicodelia, los efectos rebuscados, la deconstrucción y, en general, las rarezas creativas de más diversa índole. El resultado, decíamos, es una película extraña, pero con momentos realmente elevados y una forma de pureza o inocencia que deja un muy buen sabor. 
Yo había olvidado por completo esta película. Recién hace unos días la rescaté de los bajos fondos de la memoria cuando apareció una nota sobre ella en el blog "Opciones Avanzadas Ltd.". No recuerdo cuándo fue que la vi, pero debió ser hace mucho, porque todavía existían esos seres míticos llamados "tiendas de alquiler de películas" (yo la alquilé en una que estaba sobre Benavides, cerca de República de Panamá). Y he de confesar que no recuerdo demasiado de ella, aunque la impresión persiste. Guardo, sí, algunas imágenes extrañas, como alucinaciones, sobre todo de las partes en que aparecen los orcos (en Moria, y de nuevo hacia el final de la película). Todo oscuro, confuso, pero bueno. 
En cuanto al hombre detrás de las cámaras, Bakshi, se lo conoce sobre todo por ser un pionero en el mundo de la animación. Vaya a saber dios por qué, pero nunca hizo la segunda parte que faltaba (que tendría que haber incluído la segunda mitad del segundo libro y el tercero en su totalidad), pero lo cierto es que este proyecto quedó inacabado. En todo caso, es una interpretación sumamente original de los libros de Tolkien, que es una de las obras más maravillosas que se han escrito en todos los tiempos, y que es un exponente de la mejor poesía épica, a la altura de Homeros y Virgilios. Además, claro está, de ser una perfecta curiosidad, una de esas películas que podría atesorar un friki, sin dejar de ser a su vez algo que cualquier espectador podría disfrutar si hace la prueba (y si la encuentra, claro). A sacudir un poco el polvo que se acumula en los rincones de la memoria. ¿Alguien más recuerda algo de pronto?

Una escena clásica: Frodo y muchachada escondiéndose del Jinete Negro

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