martes, 31 de agosto de 2010

México según Villoro (entre otras Cosas)


Me tomo unas líneas para recomendar rápidamente el último número de "Cosas Hombre". Esta edición no trae nada mío, pero incluye algunas cosas que merecen un buen y largo vistazo. Ante todo, una nota de Willy Niño de Guzmán sobre Camus (en el marco de la aparición de algunas nuevas fotografías que le hicieron); la larga entrevista que Fernando Carvallo le hace a Estuardo Núñez, ese legendario hombre de letras que sumó a Vallejo al cánon y que hoy tiene ya cumplidos los 102 años; una nota sobre las investigaciones de Alfredo Ghezzi sobre los genes de las moscas en relación a sus utilidades para el estudio de ciertos genes humanos (el llamado "gen de la adicción"); la pronta aparición de una nueva marca de pisos dirigida por J. Schuller (esto sí que hay que celebrarlo); y, claro está, las fotos de Vanessa Saba, que se desnuda por primera vez y nos muestra casi todo, y con qué arte.

Quiero subrayar, sin embargo, una nota de oro que me ha dejado con la boca abierta. No por la noticia, que ya es sabida de sobra, sino por la forma en que está escrita: precisión, crudeza, buen estilo y todo lo demás. El título es México. La alfombra roja del narcotráfico, y ha sido escrita por nada más ni nada menos que el genial periodista mexicano Juan Villoro.

A lo largo del texto (que le mereció a su autor el premio Rey de España de este año), Villoro no sólo nos trata de pintar un buen reflejo de la situación que enfrenta México, acuciado por la guerra abierta del narcotráfico, sino que también nos recrea la historia de esta batalla, sin casarse con nadie y, de paso, dejando que tanto sus palabras como su mirada del asunto sean una voz que comente a la vez que llama hacia la reflexión ya no sólo sobre la situación actual, sino sobre la violencia y el terror como temas por sí mismos. Un artículo maestro.

Día Internacional del Blog


Tarde o temprano tenía que llegar, supongo. Y supongo, también, que habrá que aplaudirlo. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, la aparición de los blogs ha significado todo un fenómeno que puede agarrarse desde muchos ángulos: en términos sociales, de autoría, de virtualismo, de informática, pedagógicos... y vaya uno a saber qué tanta cosa más, y con todo lo bueno y todo lo malo que implica el asunto.

Hace unos días, de hecho, tomaba unas cervezas con unos amigos y salió el tema de los blogs a brillar en la conversación. Porque claro: el fenómeno blog significa que uno tiene un escenario donde sacar a lucir sus dotes en una forma absolutamente gratuita y accesible. Lo que sirve no sólo para dejar en claro que se tiene una voz propia y que otros pueden escucharla, sino también para poner la cereza en la punta de cualquier currículum vitae (hay que ser sinceros, ¿no?). En dicha conversación estaba también otro amigo blogger (Víctor Castillo, autor de "Stop, play and rec", un estupendo blog), una amiga que recién nos confesó que había estado llevando adelante un blog sobre sus experiencias con cierta enfermedad y otra amiga más, pintora y estudiante de diseño de modas, que esa misma noche se hizo un blog ("El cajón de Laura"). ¿Qué trato de decir? Que el fenómeno de los blogs va pa' adelante, y a ver a lo que llega.

Entretanto, nunca está de más echar un saludo a mis amigos que andan, como yo, echando horas de su tiempo por la borda del ciber espacio, vaya uno a saber para qué, pero con mucha dedicación y entrega. Un abrazo, en particular, a Ronald A. Orellana, autor de "Luz Bella Averni", que me puso al día sobre lo que sucede con estas celebraciones y que saca adelante un blog muy bueno. Y, después, para los demás (you know who you are, men). Y bueno, levantemos ese vaso, a ver cómo terminan estas cosas...

lunes, 30 de agosto de 2010

Nadie en casa... todavía


Y hay que decirlo así, porque los temas de The Wall, la ópera magna de un Pink Floyd que olía más a Roger Waters que a ninguna otra cosa, siguen tanen pie de guerra como hace cuarenta (¡CUARENTA!) años, desde que el disco apareció por primera vez en 1979, seguido muy de cerca por la película que dirigió Alan Parker y supervisó el propio Waters (demiurgo de esta obra maestra).

Agárreselos (al disco, a cada una de sus canciones o a la espectacular película) desde el ángulo que sea, y siempre habrá una buena cosecha. Es decir, que tanto la música como la literatura (por las buenas letras), la psicología como la filosofía, el análisis sociológico como el de miradas políticas tienen, todas y cada una de ellas, material de sobra que explotar. Diciéndolo en claro: que The Wall es, probablemente, el proyecto más ambicioso, penetrante, duro y rico de cuantos se han emprendido en materia musical, y hasta digamos que en muchas materias más. Claro, esto lo firmo yo, y de gustos y sabores... pues ya se sabe.

Decir todo esto en la espectativa, cada vez más llena de temblores de ansiedad, que genera la próxima gira de Waters, que según él será su despedida de los escenarios, y que volverá a poner en escena los viejos conciertos de Tha Wall (no dejen de ver el que hizo en Berlín un año después de caído el muro), es casi un suspiro de desgarramiento existencial para mí, he de reconocerlo. ¿Por qué no se anima a traer el show a tierras peruanas? Me pegaría un tiro en la rodilla porque lo hiciera. Y, en todo caso, dejo una canción del concierto de Berlín, Nobody home, para ir calentando los ánimos. No dejen de presar atención al solo de Snowy White, que es de los que se sienten desde el fondo.


lunes, 23 de agosto de 2010

"Solange", de L. Durrell.


Cuando uno se pone las gafas del traductor, no puede dejar de reconocer que los escritores son como los toros: unos salen mansos, evitan la lidia, y pasan pronto. Pero otros salen bravos, y no hay banderillero que te pueda echar una mano: cada frase es como una faena, y puedes tener por seguro que cada pocas palabras te va a tocar una embestida de ésas que obligan al torero a hacer un pensar en un lance difícil, y con tan poco tiempo a favor que se hace arriesgado.

En ese sentido, un escritor como Lawrence Durrell es, definitivamente, uno complicado. No digo que yo sea el gran traductor (he hecho muy pocas traducciones), pero por lo menos sé reconocer a un escritor complejo cuando me topo con él. Y hablo, también, de complejidad a nivel del lenguaje: las cadencias, que Durrell maneja tan bien como los súbitos giros estéticos que pueblan su obra (haciendo convivir una palabra que, en su relación con otra, genera un destiempo, o, en otras palabras, desacojonando al lector). De todos modos, aprovecharé esta ocasión para publicar por aquí la primera parte de un largo poema de Durrell titulado Solange, y que apareció publicado por primera vez en el epistolario que editó su amigo Alan G. Thomas, Spirit of place. He de advertir desde el arranque que no espero que mi traducción sea la mejor posible, porque hay que sumar a las dificultades que Durrell ofrece per sé el hecho de que se trata de un poema, lo que vuelve las cosas aún más complicadas. Me sigo preguntando: ¿cómo hizo Aurora Bernárdez para lograr una traducción tan buena del Cuarteto de Alejandría? En fin, que ahí se los dejo, y para sacar a relucir uno de los talentos menos comentados de este genio que fue Durrell, la poesía.


Solange

I
Solange Bequille n. 1915 supuestamente
Lejos de París alrededor de algún momento de abril,
Familiar del familiar distrito XIV
Cuatro pasos arriba
Cuatro pasos abajo
Dos tres cuatro cinco
Donde las cloacas descargan
Por la torreta de un urinal
Seis siete ocho
Ductos de acero orinado
En la sombra y fuera del viento...
Relativamente imposible pese a tanta práctica
Es parodiar con palabras el paso equivalente, pero más fácil
Copiar para el lente un impermeable azúl pálido, boina,
Broche cigarra, ceñida y estrecha cintura de avispa,
Mudos e insolentes zapatos de regimiento, anillos brillantes,
Todo congelado en ámbar a través de veinte inviernos,
Cargado en torno al globo en maletas húmedas,
El fardo de mercancía visionaria de algún buhonero como
Sus anillos de agua vulgar reflejando
Negros testículos de boyas
Arrastrando en el Sena
Amantes en ataúdes plomizos
Arrojando a los muertos con costras
Las prohibiciones de la soledad
Siendo veintidós con una guerra
Colgando sobre ellos, su vientre duro,
Recordando el orgasmo de Hegel
Definiendo toda muerte como "el
Colapso en la inmediatez".
Ah, peligrosas salientes de la juventud,
Amando en un mes crucial.

Hasta ahí lo que llevo traducido del largo poema. No se hagan una mala idea: mi traducción será todo lo criticable del mundo, pero el original en inglés ofrece un deleite inimaginable. Su música es, definitivamente, única. En todo caso, y como decía Henry Miller, "es mejor cometer errores que no hacer nada", así que ahí dejo los versos, y a los lectores la tarea de buscar los libros. Cada palabra de Durrell es un tesoro.

Nota: El poema de Durrell tiene, en realidad, algunos versos con sangría (si quieren que sea más exacto, los versos del 4 al 11 y del 21 al 32), pero el editor de texto los mueve todos y borra las sangrías, así que ni modo.

"Mutaciones de Venus", de Sonia Cunliffe


El trabajo y los estudios me han mantenido algo alejado de estos lares en la última semana. Pero quería darme unos minutos para darme el salto y comentar, rápidamente, la muestra de la artista plástica Sonia Cunliffe, que lleva por título Mutaciones de Venus (tomado de unos versos del poeta Terralla y Landa), y que se propone como una reflexión y un cuestionamiento sobre ese viejo engima que es la mujer, pero desde una mirada que podría resumirse muy bien en esta cita del escultor Bellmer, como si se tratase de una epígrafe: "The source of my images is scandalous, because for me the world is scandal". La inauguración de la muestra es este miércoles 25, en la galería Vértice de San Isidro. Copio a continuación el texto que escribí para la galería:

Basta con volver la vista unos instantes para ser víctimas del vértigo: nuestros pasos se pierden en la maleza del tiempo, de siglos y siglos en los que todo ha ido cambiando. Como decía Heráclito, uno no puede descender al mismo río dos veces, porque ya las aguas han cambiado, lo mismo que la persona. La metamorfosis, en este sentido, es una condición de la existencia: todo fluye, cambia, muta.

Mutaciones de Venus (que toma su nombre de unos versos del poeta Terralla y Landa, del siglo XVIII) es un atisbo de esta realidad en movimiento, pero que centra su mirada sobre uno de sus protagonistas: la infinita mujer. Que se desnuda, aquí, como una suma de ecos y susurros; como una imagen cuya sombra es, en realidad, una larga memoria de formas de vida que se sobreponen las unas a las otras, complementándose. Y Mutaciones de Venus traduce esto en imágenes: la fotografía como documento vivo de la realidad se encuentra con la mirada de la artista, que la convierte en un velo que guarda detrás un sinfín de imágenes que son, a su vez, la máscara y el rostro, el disfraz y la persona.

Esta muestra, pues, es una reflexión sobre esta metamorfosis, en cada uno de cuyos capítulos la mujer ha tenido que ser consciente de sí misma para gustar, al otro y a sí misma, conocer su propia integridad ante la mirada ajena como ante el espejo. Siluetas, vestidos y adornos no son sino las capas que conforman a ese ser que sigue sabiéndose carne y espíritu, persona y objeto, diosa y súcubo. ¿Cuál es el sentido de preguntar por la verdadera intimidad de la mujer? Quizá, después de encarar las Mutaciones de Venus, notar lo que hay que dejar atrás y atenerse a las formas y a los cuerpos por sí mismos, a ese corazón donde se encuentran juntas la madre, la amante y la niña, cantando a coro.


Ya lo saben. De más está decir que vale la pena darse un salto por allí.

lunes, 16 de agosto de 2010

Salud, Bukowski


Un día como éste (16 de agosto), Henry Charles Bukowski (vamos, todo el mundo sabe de sobra que él no necesita presentación) estaría cumpliendo noventa años. Así es, señores: ya casi tenemos un siglo de Bukowski; de poemas, cuentos y novelas preñadas de basura, callejones, peleas, bares de mala muerte, groserías y el más suculento de los delirium tremens que recuerde la historia de las letras norteamericanas, y a lo mejor y hasta del mundo.

El mismo viejo Hank... el depravado, el alcohólico y el bufón. El que no tuvo bastante con clavar una puñalada directa al páncreas del Sueño Americano, sino que hasta se tomó la molestia de vomitar sobre la llaga y sonreir. El escritor que se divirtió fingiendo que no sabía demasiado, que escribía de a malas y sin demasiado empeño porque andaba demasiado ebrio, mientras enmascaraba al arquitecto de esas maquinarias grotescas que, en secreto, hacen de sus escritos un verdadero mar de tesoros ocultos, agradables o no. Dijo más de una vez que él no era del tipo de escritores que filosofaban, y sin embargo nos deja leer en cada una de sus páginas (con o sin su consentimiento) una forma especial de encarar la existencia, que se convierte de un párrafo al otro de la ebriedad a la resaca, de lo vital a lo tedioso, de la carcajada a la blasfemia.

Dejo estos tres breves párrafos en honor a tan buena excusa para tomarse una copa (nunca está de más un brindis: hoy me resulta imposible, pero mañana por la noche espero estar en el bar de la esquina con una cerveza y dos o tres de sus versos dando tumbos entre mi hígado y mi cerebro). Tengo por seguro que no soy el único que quiere alzar ese vaso. A todos ellos, pues, salud (y un poema del cumpleañero, traducción hecha en casa por un servidor).



para los traficantes de piedad

está justificado
todo morir está justificado
todo asesinar todo morir todo
pasando.
nada es en vano
ni siquiera el cuello
de una mosca,

y una flor
pasa a través de los ejércitos
como un niño pequeño
fanfarroneando,
enciende su
color.

En la imágen, Bukowski respondiendo al brindis (nada cuesta imaginarlo). Fuente de la misma: pensamientos-avernales.com. La traducción del poema, como decía antes, es mía. ¿Otra copa?

sábado, 14 de agosto de 2010

De arte y fotografía: habla J. P. Witkin


Siempre es iluminador escuchar lo que los Grandes tienen que decir. Y no porque crea que podemos llegar a formular LA teoría de la creación, de la estética o de lo que sea, que es como pretender que exista un sistema metafísico que nos diga cómo atarnos los pasadores de los zapatos, sino porque podemos aprender mucho de ello, y construir, ya que no LA teoría, sí una suerte de pseudo-teoría personal, que nos sea útil para el trabajo y los quehaceres diarios, y no sólo lo digo en materia de creación, sino también de goce y, vayamos un poco más lejos, de nuestra vida en el día a día. Desde los diálogos platónicos y los tratados de Aristóteles hasta nuestros tiempos, pasando por tantos textos fascinantes, hay todo un buffet de donde elegir, para nuestra fortuna. Y a ellos hay que añadir, todavía, lo que los nuevos tiempos nos han dado: las entrevistas, las presentaciones y demás.

Joel-Peter Witkin no necesita presentación. Su labor como fotógrafo (de policiales primero, y luego de obras maestras de la más cruda de las formas de hacer arte) es conocida de sobra, y ocupa un lugar muy alto entre los grandes genios de nuestro siglo (que, para mí, sigue siendo el XX que se fué) y del nuevo también, este joven XXI que nadie sabe en qué anda. Quiero aprovechar la ocasión para invocarlo por estos lares y dejar el link de un video en el que nos habla de la fotografía, de su relación con artes como la pintura y la escultura, de la historia, de algunos de los fotógrafos a los que admira y, entre otras cosas, de uno de sus trabajos. (Colgaría el video aquí, pero su código de html está oculto).

Tendrán que disculparme, porque está en inglés, y ahora mismo no me quiero dar el trabajo de hacer una traducción. En todo caso, los subtítulos están en italiano, que ya es algo. Pero mejor corto aquí las palabras y dejo hablar al que de verdad vale la pena oír: J. P. Witkin:

http://www.youtube.com/watch?v=RxBA7EltcS8

Fuente de la imágen: Look3.org

martes, 10 de agosto de 2010

Presentación: Ampuero & Cunliffe


Y no es cualquier cosa. Bajo el título de 40 poemas, Fernando Ampuero ha reunido buena parte de sus versos, en una edición especial, que a los de la editorial "Alegoría" les ha quedado muy bien: lo primero que puede decirse del libro es que, definitivamente, tiene presencia (lo digo porque ya lo he hojeado). Pero esta vez, Ampuero no va sólo: como alguna vez lo hiciese José Tola, ahora es la artista plástica Sonia Cunliffe la que suma los paisajes a la tinta.

A todos el que le llame la atención, queda más que invitado a la presentación del libro, que será el próximo miércoles (18 de agosto) en Corriente Alterna, que está en la Avenida de la Aviación (que no es la misma que cruza el óvalo Higuereta, sino la que va del segundo Óvalo de Pardo hasta el malecón, más o menos a la altura del faro). Además de presentación del libro habrá jazz en vivo y una copas para acompañar la ocasión (hablando de buenos motivos).

domingo, 8 de agosto de 2010

La billetera del Vaticano


Parece que eso de que "la religión está en crisis" no se remite sólo a la fe. O es que los del Vaticano no andan muy contentos con lo que tienen en sus bancas, o que eso de que la sed de dios sólo da más sed tiene más de un significado, y algunos inesperados. Porque la crisis estará sobrevolando Europa, pero que no me vengan con que eso lo justifica todo. ¿De qué estamos hablando? De la polémica iniciativa de la gente del Vaticano (que a estas alturas ya no tienen nada de polemistas, porque nada es inesperado y nada puede sorprendernos), que ha propuesto una serie de tarifas para la asistencia a las diversas apariciones de Herr Joseph Ratzinger (alias "El Papa") en su visita a Inglaterra.
A ver un breve repaso: 25 libras (30 euros, digamos) costará la "entrada" a la misa que dará don Papa en Bringham; 24 la de Glasgow, con concierto de Susan Boyle incluído; y un equivalente a 6 euros será lo que la gente tendrá que pagar para poder participar de la vigilia de oración que se celebrará en el Hyde Park. A ver si no es una linda forma de echar la plata al agua, que así sea bendita es una patada al buen sentido.
Todo el mundo sabe que Herr Ratzinger es un hombre muy chapado a la antigua, que le gustan las misas en latín, que cree que el Infierno está allí esperándonos a nosotros los que pecamos (y con mucho gusto), que parece emocionarse mucho soñando con inquisiciones para acabar con ateos y herejes (o eso nos deja intuir en muchas de las páginas que ha escrito). Por eso mismo lo digo: que aquí puede haber de todo menos sorpresas. ¿Y mañana, qué? Preparáos, hombres de buena fe, que a lo mejor y les va a caer una cuentasa por todas las misas, confesiones e intervenciones divinas (que hay que comprender que dios también es humano). Falta un vocero del Vaticano que lo diga: "El futuro de la Iglesia y de la fe está en su pasado". Aprender de los errores, que le llaman.
No voy a ser tan ciego para no reconocer que algunas de las performances político-religiosas de Ratzinger han sido acertadas (como su acercamiento a las comunidades judías, por poner un ejemplo), pero de poco pueden servir los frutos cuando la raíz está más podrida que el sentido musical de Ricardo Arjona. Y que no me vengan los del Vaticano (ni el papa ni nadie) con cuentos: si sus billeteras están tan flacas es porque se dejaron el dinero debajo del colchón. Los cristianos tendrían que ser los primeros en saber que el derecho a la fe no se paga, aunque a dios le entre la gana de alzar los impuestos. ¿O es que hay que pagar peajes para subir al cielo?

Fuente de la noticia y de la imagen: El Comercio. Por cierto: miren bien la foto, y ninguno que sepa dos cosas de Star Wars podrá negar el parecido que tienen Ratzinger y Darth Sitheous (hablando de sorpresas, tampoco puede tomarnos desprevenidos si el pontífice empieza a echar rayos de las manos, si ya nos las mete en los bolsillos).

jueves, 5 de agosto de 2010

Javier Gurruchaga, ¿Lobo Feroz o Bufón Asesino?


Pues contestemos desde ya que ambas cosas. Y no veo cómo podría caber la menor duda: al que le guste y al que no, no hay forma de no reconocer el talento, y yo diría sin dudarlo un segundo que el genio, de alguien como Javier Gurruchaga (que es tan hombre como personaje, porque sabe jugar a ser el bufón de la corte sin soltar por un segundo el puñal). Alguien que, todos lo sabemos, nació para el epectáculo, para ser el centro de todas las miradas siempre que a él le de la gana de serlo.
Yo, que he tenido que cumplir el destino de ser peruano, no he sabido de él más que por su quehacer como líder (alma, lengua, y todo eso que decía Joaquín Sabina) de la Orquesta Mondragón, cuya Caperucita feroz me ha acompañado en más de una noche de copas. Y aunque es portador de ese vozarrón de presentador de circo o cabaret, y como cantante no tiene nada que envidiar a nadie, él mismo nos dirá que la labor de letrista no es su mayor don. Las mejores letras de la Mondragón son obra de Joaquín Sabina, aunque nadie como Gurruchaga para llevarlas a escenario, y con eso es más que suficiente. Pero ese no es el único Gurruchaga; o, mejor dicho, la única máscara de ese set de repertorios para baile de disfraces que es Javier Gurruchaga.
Con el paso de los años, y gracias a la aparición de Youtube, he podido gozar, también, de sus quehaceres como presentador de televisión, donde no ha dejado perro con cabeza ni gato con tres patas. He de decirlo: siempre he sentido una admiración y una fascinación increíbles por la sátira y, más aún, por los autores que la hacen posible. Como género, la sátira es especialmente difícil: implica una gran lucidez, buen conocimiento de la situación actual y, por si fuera poco, sentido de la crítica, de la autocrítica y del humor. Y Gurruchaga cumple con todos los requisitos. Sus parodias de cultura y política, así como sus entrevistas (que a menudo no perdonan a nadie, y que siempre son divertidas) son una obra maestra de la televisión del siglo pasado, y hay más de una que lamento no haber visto (si alguien la consigue, cuelgue en la web la entrevista que le hizo a Camilo José Cela, que dicen es legendaria).
Un hombre capaz de convertirse a sí mismo en la caricatura más efectiva, tiernamente cruel y sanguinariamente divertida, merece aplausos, creo yo. Ya lo dije: uno puede detestarlo si quiere, pero al menos no podrá dejar de reconocer que lo que tiene, lo tiene bien puesto. Gurruchaga, solo, es un universo sin misticismos y lleno de falsos pasajes, como una gran sala de espejos en el circo, donde todo el tiempo nos vemos a nosotros mismos y a la realidad que nos rodea deformados, mas no menos reales. Yo no voy a dudar un segundo en brindar en su nombre, y con el vaso de cerveza a rebozar. Mucho menos ahora que la Orquesta Mondragón ha vuelto a aparecer con un disco nuevo, El maquinista de la general, del que sólo he escuchado una canción, aunque espero pueda llegar pronto a mis manos (alguno de mis amigos en España, si me lee, ya saben qué quiero por estas navidades). Olé, Gurruchaga.

¿Falta algo? Pues aquí les dejo un video, el primero de los tres que conforman la entrevista que le hizo Ferrán Monegal en su programa "Telemonegal" hace unos años, y que se centra en las parodias políticas de Gurruchaga (no deje el espectador de notar, sobre todo hacia el final de la entrevista, las solapadas que le manda Javier a Monegal).


martes, 3 de agosto de 2010

¿La voz de Cataluña?


No voy a maldecir, porque bien visto el asunto, no puede agarrarnos por sorpresa. Claro que tampoco pienso aplaudir. De todos modos, no hay novedad en la noticia, y todos sabíamos ya desde hace mucho que el parlamento catalán tiene el debate encima. Ahora, aprovado el fallo, sólo queda esperar al primero del próximo año, cuando las corridas de toros habrán quedado barridas de Cataluña.
Antes de entrar en aguas turbias, del tipo de aguas a las que no soy muy afecto a meterme (aunque lo voy a hacer), todavía voy a lamentarlo. Porque es triste que un pueblo se tenga que despedir de sus tradiciones, porque un pueblo tenga que decir adios al hervor de su sangre ante la palabra de unas tristes minorías. Y esto en nombre de un progreso moral que tiene mucho, o demasiado, de panfleto político, de discurso velado y de dedos que se cruzan en los bolsillos de unos pocos.
Detesto hablar de política, y sin embargo hay que hacer notar el detalle: prohibir las corridas de toros significa, para algunos miembros del parlamento de Cataluña, empujar a la gente a sentirse un poco menos española. Y no es que yo vea mal que un territorio quiera independizarse de otro, pero es que dos, cuatro o sesenta y ocho políticos no son el pueblo catalán, sino apenas un trozo de su apéndice. Mañana querrán hacer desaparecer los discos de Paco de Lucía y los de Remedios Amaya, y pasado mañana desaparecerán las botellas de jerez de los supermercados. ¿El motivo? Siempre es fácil escribir buenos motivos. No se necesita mucha creatividad. (Y si creemos en lo que dice el ABC acerca de los costos -de cerca de 300 millones de euros- que comportará la prohibición, pues hay que reconocer que España no está para andar echando euros al agua).
Me parece muy bien que los antitaurinos saquen a relucir sus argumentos éticos. Quedan más que invitados al debate (ojo, que los insultos no son argumentos). Pero que por lo menos echen un vistazo a lo que sucede tras bambalinas en su propio parlamento, donde (todos sabemos cómo son algunos políticos) nada es realmente lo que parece ser. Al final, ¿cuál es la voz de Cataluña? Porque quedan muchos que se están guardando el grito en la garganta, y que a lo mejor ya no sabrán dónde ni cuándo gritar "olé".

En la imágen, y muy bien dicho, "Llibertat per la nostra cultura". Fuente de la misma: ABC. Y porque mis palabras no son nada, recomiendo mejor un vistazo al siempre preciso y, cuando es necesario, afilado blog "Opciones Avanzadas Ltd." (link en la lista de blogs a un costado), donde quien lo dirige (que por si fuera poco es español) ha escrito también sus pareceres, más que dignos de ser leídos, en una nota titulada "¿Olé?".

lunes, 2 de agosto de 2010

Calles, sangre y belleza


¿Cómo hacer hacer notar al mundo entero la belleza que pueden guardar un callejón sucio y lleno de ratas, un mercado lleno de gente, los pasillos de una prisión en la que agoniza un hombre? Sacar a relucir las heridas para hacer de lo sórdido algo bello no parece una tarea demasiado sencilla. Y, si pensamos cuánto de sórdido guarda lo cotidiano, las cosas parecen pasar a hundirse en un tornado de dudas.
Pero ya se sabe: hay escritores y artistas a los que les gusta cazar en territorios difíciles, y la lista de los que han acarreado con esta labor es muy larga. ¿La exigencia del caso? Buena vista, un tipo muy especial de sensibilidad, estómago y páncreas de acero, consciencia crítica (y autocrítica) y buena letra. Y si, como decíamos, la lista es bastante larga, quiero llamar la atención sobre unos pocos nombres, con semejanzas y diferencias entre sí, sobre los que he estado pensando mucho estas últimas horas, sin ningún motivo en especial.
¿Dónde empieza la historia de esta forma de mirar? Quizá esta pregunta sea la mejor forma de hablar del primero de estos autores, porque puede que se trate del primero de la lista: Petronio. Es verdad que, antes de su llegada, ya había otros que asfaltaron el camino (Catulo, Propercio, Ovidio...), pero la sensibilidad de Petronio fue, definitivamente, una novedad literaria. Y su texto, leído en nuestros días tan lejanos a la Roma de Nerón, sigue siendo novedoso, una torre perdida entre la bruma de los siglos de cuyos fragmentos tenemos demasiado que aprender. El Satiricón que nos ha legado es, más allá de sus apariencias, una obra complejísima, capaz de lecturas infinitas (una de las mejores es, sin duda, la de Fellini, que se tradujo en su espectacular adaptación cinematográfica de la novela). Más allá de los caracteres técnicos que suda el libro, me interesa hacer notar la forma en que Petronio deforma la realidad con su mirada, atinada para lo grotesco, pero fiel a la estética. Deformar la realidad para hacer un retrato fiel de la misma es tarea que pocos pueden hacer con tanta precisión, talento y equilibrio como la que demuestra el Satiricón. En este sentido, creo que es justo afirmar (como lo he hecho antes) que Henry Miller es el escritor del siglo XX que más cerca está de Petronio.
Pienso, también, en un escritor muy distinto, y que sin embargo supo hacer las cosas muy bien: Camilo José Cela. Con el paso de los años, parece tener cada vez menos lectores, y sin embargo sus páginas siguen tan vivas como lo estuvieron siempre. Los retratos que el autor ha pintado con tanta destreza verbal en La colmena son, definitivamente, de las mejores formas de captar la magia urbana, de los hombres que vagan desgarrados por la tragedia silenciosa de la existencia. La guerra civil que se esconde detrás de sus páginas sucedió hace ya muchos años, y sin embargo La colmena sigue siendo una novela en la que todos nosotros podemos reconocer nuestro rostro. Y esto sin mencionar otras obras de Cela, como su célebre Pascual Duarte, donde la condición humana es retratada con un acierto que nos hace temblar en lo más profundo.
Un nombre que no puede quedar fuera de este breve memorandum es el de Pier Paolo Pasolini. Pensar en él es pensar en magia y torturas al mismo tiempo, en un desfile de contradicciones que cobran sentido enseguida, precisamente por el hecho de ser contradicciones. Es decir, ¿cómo concebir que el hombre que hizo películas como Mamma Roma, Teorema o, peor aún, Saló o le centovente giornate di Sodoma fuese, también, autor de la Trilogía de la vida? Las escenas más desgarradoras de su repertorio, sin embargo, han sido tan cuidadas y tan bien preparadas que el efecto es devastador. Cada una de sus tomas, cada una de sus palabras, es una reflexión sobre la condición humana, que en él adquirían una intensidad sin límites. Amó las calles y cada uno de los rostros que la poblaban, aunque las percibía como una pesadilla, y supo traducirlas en verdadero arte, con o sin miradas que la distorsionasen.
Dejo aquí el repaso. Que no se me tome a mal: ya les digo que hay una infinidad de nombres que han quedado sin mención, pero hay que dar con un punto final tarde o temprano. Sea como fuere, creo que nunca está de más que las buenas obras de arte nos den algo. No una enseñanza, ni algo que debamos asumir como una verdad, sino más bien una pregunta, una duda, algo que nos incomode y nos fuerce a cuestionarnos. Hay miles de caminos para llegar a esta Roma, y la literatura de la que hablo en esta nota es uno muy digno. Al fin y al cabo, nos guste o no, estamos vivos, y algo hay que hacer con esa maravillosa y terrible realidad.

Fuente de la imágen: Revista Axolotl (revistaaxolotl.com.ar). El nombre de su autor es Emanuel Gómez.

Jorge Franco sobre el oficio de escribir


Ya que hemos hablado un buen tanto de Jorge Franco últimamente, creo que no está de más traer a que brillen por estos lares algunas de sus palabras, pronunciadas durante una entrevista para Perú21, sobre ese noble y extraño oficio que es el de escribir. Palabras que no caen en saco roto, dicho sea de paso, porque siempre hay algo que aprender de los que tienen algo que decir al respecto, y mucho más cuando se trata de un autor de la talla de Franco

El autor siempre mira más allá de lo que ve el común de los mortales. Un escritor se nutre de todo, todo le sirve: a nuestro alrededor siempre hay personajes para nuestras historias. Tengo fama de ser una persona callada, silenciosa. Sucede que disfruto mucho oyendo. Todo lo oído sirve después como una base de datos para construir una historia, para delinear un personaje. Por eso, como sufro de pánico escénico –le corro a micrófonos y cámaras–, como narrador oral me va muy mal (ríe). Una de las tantas de las razones por las que escribo es porque la escritura me permite decir las cosas que me cuesta verbalizar. Escribir me permite rumiar, digerir mejor mis ideas y encontrar las palabras precisas, cosas que, oralmente, me cuesta.

¿Lo que queda por hacer? Pues de más está decirlo: hacerse con uno de sus libros y dejarse arrastrar por la corriente de su prosa, que no le teme a rápidos ni a cascadas. Tengo su última novela, Santa suerte, esperando en el estante, así que no hay excusas para quedarse dormido.
Los "ismos" son un fenómeno interesante, pero que a menudo implican un problema: una explosión demográfica de nombres tal que, a las finales, parece casi necesario que no queden para la memoria de todos nosotros dos o tres de ellos por cada escuela. Es verdad: probablemente halla que agradecerlo, pues vaya uno a saber si no habrá montones de obras aberrantes que
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