jueves, 1 de julio de 2010

Y el existencialismo, ¿con qué se come?


Alguna vez me he preguntado (hoy lo recordé) qué libros le podía recomendar a alguien si viniese, de pronto, a pedirme una guía para entrar en las turbulentas aguas del existencialismo. Porque yo, a diferencia de muchos escritores, intelectuales, filósofos y demás, no estoy de acuerdo con eso de que el existencialismo ya agoniza bajo tierra. Todo lo contrario: una reivindicación del mismo parece hacerse cada vez más y más necesaria, a medida que los "tiempos posmodernos" (que ni el mismo Chaplin hubiera podido predecir, aunque seguro hubiera hecho una película formidable) nos amenazan cada vez más con ahogarnos en su sobredosis de publicidad, consumo, vida social, virtualismo y demás (que no es que esté mal alguno de estos elementos, sólo que hoy están hasta en la sopa y, me dice por ahí mi amigo Martín Alonso, pronto hasta los cepillos de dientes tendrán acceso a internet, cosa que los odontólogos del mundo puedan estar al tanto de cómo nos lavamos los dientes y demás. Ojo: que esto lo dice la CNN, no yo). En fin, que pensando que podía de paso poner al día este blog que tengo abandonado contra mi voluntad, y por culpa de agendas y relojes, pienso y pienso y formulo una lista posible.
Pero ante todo cabe hacer una aclaración: el existencialismo implica, más que una bibliografía, una forma de lectura, de interpretación y de reflexión. Los libros, si se quiere, están allí para encaminar, problematizar, nutrir y dar herramientas a todo el rollo. Pero a ver ésos títulos (que en realidad son infinitos, así que, para abreviar, imaginaré que me piden sólo cinco):

1) Arthur Schopenhauer: El mundo como voluntad y representación
Yo sé lo que algunos dirán: que Schopenhauer es anterior al existencialismo y toda esa nota. Bueno, pero mantengo firmemente dos cosas: en primer lugar, que ya es hora de volver a los libros de Schopenhauer, que tienen tanto que enseñarnos y que, en más de un punto, mantienen vigencia e interés al día. En segundo lugar, que es de sus páginas de donde el existencialismo va a aprender, luego, el "estado de ánimo" que le es tan característico. Pesimismo,lúcido, cierta preocupación y consciencia literaria, amplitud de mirada, consciencia de la totalidad del existente, irracionalismo, tensión existencial, compromiso ontológico... todo esto está, ya, en Schopenhauer.

2) Jean-Paul Sartre: La náusea
Tomando en cuenta la noción del "ser" que plantea el existencialismo (esto es, como "ser abarcador y autoconsciente", existente, dasein), una novela como la de Sartre, que la encarna, es fundamental. Para el existencialismo, como para el personaje principal de la novela, Antoine de Roquentin, lo filosófico se hace presente en lo cotidiano, lo ontológico se traduce en lo óntico. Una forma dura y cruda de tomar consciencia de algunas pequeñeces, eso que diríamos "gajes de la vida". De Sartre habría que incluir otro libro en esta lista, rompiendo la regla de elegir sólo cinco libros para sumar seis: El existencialismo es un humanismo. Después de La náusea, leer o releer Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato.

3) Karl Jaspers: Filosofía de la existencia
Si la obra más importante de Jaspers, Filosofía (que yo aún no he podido leer, porque no consigo el libro) parece demasiado larga, siempre se puede recurrir a este librito: en pocas páginas, dice más de una cosa fundamental para el enfoque existencial. El llamado "de vuelta a la realidad", las tensiones del existente, una de las cuales se da entre la inmanencia y la trascendencia, la reflexión buscando resolver "la vida misma"... todo está en él.

4) Martin Heidegger: Ser y tiempo
No podía faltar. Cierto es que Heidegger no es, en realidad, un existencialista (como de hecho lo afirmaba él mismo), pero en su enfoque filosófico están las bases de la tradición más importante en el existencialismo, que es la que llega hasta Sartre o Marleu-Ponty, y sigue siendo fundamental aún en enfoques más directamente "psicológicos" y "personalistas" como el de Jaspers. Advertencia: lectura de largo aliento, que implica muchas vueltas hacia las páginas anteriores, técnica y difícil. Pero vale la pena, ¡y en qué forma!

5) Una de dos: Fédor Dostoyevski: Crímen y castigo o William Faulkner: Luz de agosto
La literatura no es un camino más indigno que el de la teoría para las reflexiones filosóficas: es un bosque fértil del que se puede recoger muchísimo. Claro que, después, los filósofos tienen que dar sus motivos. En estos dos casos, la existencia se plantea, de un modo u otro, como un problema constante del que, sin embargo, no podemos dejar de darnos por enterados. Todo lo contrario, más bien. La existencia es todo lo que tenemos. Pienso en estos dos autores en particular por su tono, por su enfoque, por su manejo de una narrativa muy atinada para tratar la complejidad que acarrea el sólo hecho de "ser". Dostoyevski, ciertamente, es más jaspersiano y Faulkner, en cambio, es más heideggeriano (por consonancia, no porque los hallan leído), así que son buenas novelas para entender por dónde va el asunto.

Ahora, que una cosa es dar los primeros pasos y otra muy distinta echar a andar. Al existencialismo, además, le hace falta una actualización urgente. Si queremos poder volver a hablar, seriamente, de existencialismo, entonces hay que reconocer que lo primero sería una vertiginosa puesta al día de los aportes que las diferentes disciplinas (no sólo la filosofía) han hecho en los últimos años, de paso que del estado actual del asunto. Hay mucho de donde sacar el agua, así que la labor promete ser bastante ardua. La filosofía, la psicología, la lingüística, la teoría literaria (si: también ella), las neurociencias, la historia, las ciencias sociales... en fin, todas las disciplinas, han dado a luz montones de páginas que el existencialismo, vuelto a la vida, no puede dejar de lado, a menos que quiera ser una disciplina tuerta y coja; a la larga, muy probablemente inútil. Pero esa ya es arena de otro costal.

En la foto, Jean-Paul Sartre, clásico (y muy vigente) del existencialismo.

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