jueves, 22 de julio de 2010

Jorge Franco is back


La FIL Lima está a la vuelta de la semana, y con ella las actividades culturales, las presentaciones y, por supuesto, las ofertas de libros (que pienso tomarme muy a pecho). Recién me entero, sin embargo, que uno de los invitados para este año es nada más ni nada menos que el colombiano Jorge Franco, conocido sobre todo por su novela Rosario Tijeras (que ya ha sido llevada a ambas pantallas, la grande y la chica), y autor de una de las novelas más profunda y sórdidamente ambiciosas de la literatura latinoamericana de los últimos tiempos, Melodrama, que por algún motivo pasó un poco desapercibida, pese a ser una de las mejores obras escritas de este lado del mundo (recuerdo que el mismísimo García Márquez dijo que Franco era el autor al que quería pasarle la antorcha).
Yo tuve la ocasión de enterarme de su existencia de paso que de conocerle bravemente hace ya algunos años, en la presentación de Melodrama. En esta ocasión, el motivo que lo trae a tierras peruanas es la aparición de su nuevo libro, Santa suerte, que será presentado, como el anterior, por Fernando Ampuero (que también presenta un libro propio por las mismas fechas, dicho sea de paso). A decir verdad, tengo muy buenas expectativas al respecto: Jorge Franco aún no ha tenido ocasión de defraudarme. Rosario Tijeras es una de las novelas más vertiginosas que he leído, con su mezcla entre realismo crudo, grandes personajes y el más inesperado sentido del humor; de Melodrama no creo necesitar decir mucho más, porque es un libro que habla por sí solo, y espero escribir pronto una nota sobre él por estos días. No he leído Paraíso Travel, pero he escuchado muy buenas críticas. En pocas palabras, que es un autor que sigue sacando oro del pozo, y qué oro.
¿Algo más que decir? Bueno, quizá traer un recuerdo a colación. En la presentación de Melodrama, hace unos años, Fernando Ampuero comparó el libro a otros dos: Doña Flor y sus dos maridos de Jorge Amado y Pedro Páramo de Rulfo. Franco, al tomar la palabra unos momentos después, comentó que era curioso (y, para él, más que agradable) oír la comparación con la obra del mexicano, pues, afirmó, Pedro Páramo es una lectura a la que vuelve cada año sin excepción, para tratar de contagiarse todo lo que pueda de él. Y ni hay que decir, a estas alturas, que lo logra, porque ya debe haber quedado sobreentendido. Ya hablaremos de esto el día que escriba la nota sobre Melodrama. Y, hasta entonces, yo seguiré a la espectativa de la llegada de Jorge Franco y su aparición en la FIL. Lo digo desde ya: no hay forma de perdérselo.

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