Sin importar cuán largos, abultados, cancerosos, grises o alegres pasen los días con sus noches, no puedo dejar de volver una y otra vez, como un adicto, a las páginas de Eielson.
La travesía pornográfica de Lolly Dames
Hace 15 horas
Es como el bar de la esquina (pero un poco más cerca...)

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