lunes, 30 de agosto de 2010

Nadie en casa... todavía


Y hay que decirlo así, porque los temas de The Wall, la ópera magna de un Pink Floyd que olía más a Roger Waters que a ninguna otra cosa, siguen tanen pie de guerra como hace cuarenta (¡CUARENTA!) años, desde que el disco apareció por primera vez en 1979, seguido muy de cerca por la película que dirigió Alan Parker y supervisó el propio Waters (demiurgo de esta obra maestra).

Agárreselos (al disco, a cada una de sus canciones o a la espectacular película) desde el ángulo que sea, y siempre habrá una buena cosecha. Es decir, que tanto la música como la literatura (por las buenas letras), la psicología como la filosofía, el análisis sociológico como el de miradas políticas tienen, todas y cada una de ellas, material de sobra que explotar. Diciéndolo en claro: que The Wall es, probablemente, el proyecto más ambicioso, penetrante, duro y rico de cuantos se han emprendido en materia musical, y hasta digamos que en muchas materias más. Claro, esto lo firmo yo, y de gustos y sabores... pues ya se sabe.

Decir todo esto en la espectativa, cada vez más llena de temblores de ansiedad, que genera la próxima gira de Waters, que según él será su despedida de los escenarios, y que volverá a poner en escena los viejos conciertos de Tha Wall (no dejen de ver el que hizo en Berlín un año después de caído el muro), es casi un suspiro de desgarramiento existencial para mí, he de reconocerlo. ¿Por qué no se anima a traer el show a tierras peruanas? Me pegaría un tiro en la rodilla porque lo hiciera. Y, en todo caso, dejo una canción del concierto de Berlín, Nobody home, para ir calentando los ánimos. No dejen de presar atención al solo de Snowy White, que es de los que se sienten desde el fondo.


2 comentarios:

MA dijo...

Felicidades amigo bloguero en el día del blog .
Tu blog esta de celebración en este día al igual que mi blog .
Gracias a Ronald.

Desde este momento soy seguidora de tu blog , te invito a visitar el mio.

Un abrazo de MA.

Santiago Bullard dijo...

Lo mismo digo, darling. Y supongo que días como éstos, en todo caso, nos tienen que servir de latigazo para no echarnos a dormir a la mitad del camino. Un abrazo de por estos lares para tí.

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