miércoles, 14 de julio de 2010

La refutación del tiempo I


Los correos que he recibido de un tal Lucho González (más que atinados, y muy agradecidos por un servidor, dicho sea de paso, y para dejar en claro las cosas) me han jalado la vista, una de tantas veces más, a ese viejo problema con el que los hombres tendríamos que vérnoslas una y otra vez a lo largo del día, que es el del tiempo. Y vaya uno a saber: a lo mejor y tendríamos que escribir la palabrita con mayúsculas. ¿O no?
Hay una tradición filosófica muy vieja que ha tratado de refutar la existencia del tiempo, llamándolo "ilusión" de los sentidos o de la mente, o llamándolo mera nada, nihil, vacuum o lo que quieran. Recuerdo un ensayo muy bueno, bien estructurado, que Borges incluyó en sus Otras inquisiciones, titulado Nueva refutación del tiempo, donde construye un argumento fundamentado en las filosofías idealistas-escépticas de los empiristas británicos (Locke, Berkeley, Hume), sobre todo, para tratar de refutar la idea de que el tiempo es una entidad ontológica. De acuerdo con Borges, y siguiendo el desarrollo que él mismo hace de las teorías de los filósofos nombrados, el tiempo es sólo ilusorio en tanto que pertenece a un universo al que sólo conocemos empíricamente, y esto a través de nuestras sensaciones: estas últimas son todo lo real, y lo demás es mera ilusión. Para Hume, de hecho, ni siquiera podemos afirmar la existencia de un ego que perciba, pues éste sólo se conoce como "percibido por sí mismo", y en ese sentido está de pie sobre la nada (cf. Sartre, El ser y la nada).
Otro argumento al que puede recurrir el refutador del tiempo es al de la fugacidad. ¿Cómo va a existir ese Tiempo del que todos hablamos, si es inasible? Conocemos un presente que se nos escapa de las manos una milésima de segundo tras otro, por lo que en realidad no podemos decir que lo conozcamos; vivimos recordando lo que vamos viviendo, una vez que ha pasado, pero el pasado ya no está aquí, y por eso mismo lo recordamos; y el futuro es, siempre, una quimera de la que no podemos decir nada, salvo esperanzas y temores. El tiempo no existe porque no está en ninguna parte: nuestro ser defragmentado se arrastra por un laberinto de estados mentales que unificamos mediante ese concepto, fantasioso, llamado tiempo.
Refutar el tiempo es filosóficamente legal, y los argumentos sobran para todo el que quiera hacer la prueba. De hecho, recuerdo un razonamiento particular, practicado por Gosse en su Omphalos y por Ernesto Sábato en su Informe sobre ciegos, según el cual el Universo podría haber sido creado en cualquier momento, hace mil, ciento trece, veinte, o un año y medio; o hace dos minutos, o un segundo, pero que éste no fue creado vacío. En otras palabras, que se lo creó viejo, con millones de años de historia, ruinas de civilizaciones extintas, libros de miles de años de antigüedad y fósiles de megaterios repartidos por los continentes. ¿Y por qué no?
¿Y quién nos prueba que la Historia en realidad ha sucedido? No recuerdo quién se preguntaba (creo que fue Bertrand Russell, pero podría equivocarme, y si no es así sáquenme de mi error), siguiendo el estilo de pensamiento de Hume: "¿Y quién nos puede probar que Napoleón Bonaparte existió? Empíricamente, es imposible saberlo: no lo hemos conocido, ni nada. Sólo sabemos que fue un hombre que vivió hace mucho, que hizo tales o cuales cosas, pero esto es indemostrable, como su existencia", y de paso, como la existencia de tales y cuales cosas. Vistas las cosas desde este enfoque, hay muy poco que podamos saber en realidad.

Viene en preparación la segunda parte. De más está decir que, por cuestiones de epacio y ambiente, este tipo de reflexiones de matiz filosófico no son todo lo exhaustivas que debieran ser (un blog como este no me parece que sea lugar para tratados de ontología), así que en ese sentido lo siento, y me quedo tan campante y, Baco lo quiera, con una cerveza, que hoy ha salido un indemostrable sol en pleno julio limeño que me hace pensar muchísimo en los argumentos de Hume sobre la causalidad y la costumbre. Como decía, pronto la segunda parte, para dar vuelta a estos argumentos y probar un bocado del otro camino.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Más interesante que "Nueva refutación del tiempo", es el texto de Borges de "Historia de la eternidad". Dale una chequeada porque ahí evalúa varios aportes de la Antigüedad Tardía y del Medioevo.

Santiago Bullard dijo...

Si, claro. Sí leí la "Historia de la eternidad" de Borges, aunque por motivos didácticos no había pensado en incluirlo en estas notas. De todos modos, que bueno que saques a relucir ese título.

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