domingo, 9 de agosto de 2009

Jaspers: Tensión y belleza


Casi todos los historiadores de la filosofía reconocen dos troncos (o dos ramas del mismo tronco, diría yo) a través de los cuales se desarrolla el movimiento conocido como existencialismo. La primera ramificación pertenece al llamado existencialismo fenomenológico, que se desarrolla a partir de la filosofía de Husserl, a la que pertenecen, entre otros, Heidegger y Sartre. La segunda se desarrolla sobre la obra de Kierkegaard y, sobre todo, en base a su "estilo" de filosofar: es decir, viendo la filosofía como una reflexión del individuo (o existente) sobre sí mismo, lo que da por resultado una obra mucho más íntima, personal y, en cierto modo, cálida.

Uno de los más altos puntos de esta segunda rama del existencialismo es Karl Jaspers. Su obra tiene la fascinante característica de ser irresistible, y es a la vez desgarradora y, volviendo a usar la palabra, cálida, como la de un hombre que recibe su sentencia de muerte con una sonrisa. Leerlo, de más está decirlo, es un viaje lleno de curvas agudas y de vueltas inesperadas. Uno nunca sabe lo que le espera al final de un párrafo, ni mucho menos en el siguiente. A lo largo de todo el texto, deja intuir una esperanza que, sin embargo, no hace sino rechazar constantemente, lo que llena al lector de una sensación digna de lo que nos está describiendo el autor: la tensión del existente.

"Tensión": creo que esta es una palabra fundamental para referirse a la obra de Jaspers. Como él mismo señala: "En la existencia está la fe y está la desesperación. Frente a ambas, se encuentra el deseo de descanso eterno, donde la desesperación se ha hecho imposible y la fe se ha convertido en contemplación" (Filosofía de la existencia); pero todo esto no pasa de ser sino eso: deseo, esperanza; jamás se hace realidad tangible o directa: su categoría de realidad permanece en la de las ilusiones. Creo que esta cita deja intuir lo que proyecta la obra de este hombre: es el análisis del individuo desde la soledad del individuo mismo, es el largo debate con uno mismo, el monólogo descarnado. Como filósofo, Jaspers pertenece a la misma especie que Séneca, Schelling, Kierkegaard y Nietzsche. Pero el resultado del proceso de existir, nos dice, no es otra cosa que la tensión misma: entre el deseo de trascendencia y la fatalidad de la inmanencia. En otras palabras, "Todo existente lleva ya en sí la perdición" (Ibíd).

La historia de la filosofía está llena de poesía. Jaspers tuvo el don de escribir sobre los no siempre oscuros procesos de la Perdición de la existencia con gracia, con elegancia y con una no del todo resignada resignación.

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