domingo, 12 de abril de 2009

El inmortal Petronio

Contra el mal prejuicio de quienes dicen que cuanto es viejo es aburrido (un prejuicio que peca de viejo, dicho sea de paso), yo creo que siempre existirá un contraargumento irrevocable: Petronio.
Petronio fue, de alguna forma, el primer hombre moderno y el máximo representante de tiempos, los de la Roma de Nerón. ¿Es ésto paradójico o imposible? Más bien, todo lo contrario. Como todo buen romano de sus tiempos, Petronio fue lúdico y fino, corrupto, hedonista y suicida; lo que lo hace brillar entre sus contemporáneos, sin embargo, fue su visión crítica, su interpretación (a menudo casi onírica) de lo que fue la Roma imperial: sus homosexuales y sus putas, los juegos, las calles, los personajes casi imposibles, la lujuria, los placeres... hacen de Petronio una suerte de Henry Miller antiguo: un hombre con una nueva visión de la realidad, capaz de traducirla a palabras vivas. La Roma de los Césares ha sobrevivido en Petronio; las palabras han soportado más que el Coliseo.
Al hablar de las palabras me refiero, obviamente, al Satiricón, al que acaso podríamos considerar la primera novela de la historia. Escrita en prosa, narra la historia de Encolpio, un joven romano que hará de testigo de la vida urbana del viejo Imperio Romano. En su camino aparecerá de todo: desde prostitutas y estafadores hasta banquetes en suntuosos palacios y charlas filosóficas. Más no digo, que mala costumbre es la de andar contando libros (claro que, en este caso, hay un plus, y es que, al estar incompleto -pues la mayor parte de la novela se ha perdido con el tiempo- ofrece muchísimos vacíos que llenar libremente, lo que siempre es un deleite agregado a la hora de leer; si se quiere ver una ejecución genial de este arte de volver a crear lo creado, siempre se puede recurrir al Satiricón de Federico Fellini, que es una obra maestra).
Y, en todo caso, y por cerrar esto con una última reflexión, cuando se piensa en las costumbres de los antiguos romanos, en los banquetes, en las orgías, en las matanzas, en el sadismo... ¿quién puede decir que los antiguos romanos, pese a haber quedado tan atrás en el tiempo, sean aburridos?

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