Ante todo, quiero disculparme con quienes sigan esta página por lo lento que se mueve: ya saben cómo es el tiempo, y lo escaso que resulta a menudo, o lo fugaz; espero poder, en adelante, preocuparme más por este blog, de paso que los invito a todos a publicar sus propias entradas. Ahora sí, a lo nuestro:
El erotismo, de sobra se sabe, es viejo como la especie humana: pruebas de ello son, de este lado del mundo, las pinturas y vasijas que representan actos sexuales o armadas de enormes falos de las culturas incaicas y preincaicas; del otro lado del mundo, la lista puede ser más larga: Petronio, Ovidio, Catón, Boccaccio, Carracci, Aretino, el primer Moratín, Casanova, Roger Dashwood, el Marqués de Sade, Restif, los "Filósofos Libertinos"... Pero, de la aparición de la pornografía a estas alturas de la historia, ¿dónde termina el arte y dónde empieza el porno? No cabe duda: el tema es para ser tratado larga, muy largamente... Pero algo puede decirse, y es que el erotismo sigue teniendo arte, y de los más grandes. Hace poco hablaba de Pasolini, que es uno de los grandes "erotistas" del siglo pasado... ahora quiero hablar de otros hombres, de tres grandes fotógrafos y, en la medida que artistas, filósofos de la condición humana (que no hay gran artista que no lo sea).
¿El arte tiene que ser bello? Creo que esa pregunta es ilusa: muchos párrafos de Miller o Sartre, muchas escenas de Pasolini o Ferreri, muchas pinturas de De Szyszlo, demuestran que no es así: el milagro estético, la catarsis si se quiere, no tiene por qué basarse en la "mera" belleza: hay un arte de lo sucio, una estética del morbo, un gozo de lo terrible. Y, del otro lado, y ahora sí hablando directamente del erotismo (y no necesariamente del más refinado), ¿no hay belleza en los cuerpos desnudos acaso? ¿No se opera una suerte de fórmula mágica ante la imágen o la evocación del acto sexual? In arte veritas est morta: "En el arte, la verdad está muerta". Una nueva vida se opera en el deleite de las grandes obras, donde tienen que morir, necesariamente, nuestros tabúes y prejuicios, nuestra moral y todas aquellas premisas que teníamos por "Verdades"; de ese modo, podemos volver del arte con una nueva forma de mirar, y poner en juicio todo aquello en lo que creemos antes de volver a tomarlo como nuestro, dejando mucho de lado, adquiriendo muchas otras cosas.
Los tres hombres a los que quiero presentarles son una propuesta de ese tipo: entrar en ellos (como pasa con Sade, con Durrell, con Tunick o con Tinto Brass) es una invitación a pulir nuestras miradas, a replantear todo aquello que creíamos era el sexo, de paso que el lugar que ocupa en la "Naturaleza Humana", por usar un nombre pasado de moda.
En fin, dejo aquí las palabras y, mejor, los invito a apreciar el arte. Los hombres en cuestión son Robert Mapplethorpe, Edward Weston y Nobuyoshi Araki. Por ser esta una sencilla presentación, no profundizaré más en la obra de cada uno de ellos, ni incluiré más que una foto por autor, al menos de momento. El resto se los dejo a ustedes.
1."Sin título" - Nobuyoshi Araki
2."Desnudo" - Edward Weston
3. Robert Mapplethorpe
Venganza
Hace 4 horas
2 comentarios:
De las tres fotos que has mostrado me ha encantado la 2ª "Desnudo" - Edward Weston.
Lo mismo yo; la encuentro sencillamente genial. Captura toda la ternura y toda la sensualidad en un solo gesto. Nota cuán bien medido está el efecto de cada parte del cuerpo... es una desnudez que se descubre al cubrirse (porque no hay una exhibición, en el sentido de que no se ven pechos ni nada). Pero si, estoy de acuerdo contigo en que es la mejor; Weston es un genio. Pero de todos modos busca otras cosas de Araki, porque son espectaculares (algo crudas, eso sí).
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