martes, 18 de mayo de 2010

Ha muerto un Poeta


Y alzaremos la copa por él, que bien merecido se lo tiene. Casi ante la puerta de los ochenta, la Muerte ha ido a darle una visita en su sala de hospital a Edoardo Sanguineti, que fue agitador de juventudes, profesor de literatura, marxista pero, sobre todo, eso: Poeta (y que se haga notar la "P" mayúscula).
Para muchos de los que habitan este rincón del mundo, aquende el Atlántico, el nombre de Sanguineti no singifica nada. Pero, para los europeos y, sobre todo, los italianos de los alláes, ese nombre es, para bien o para mal, grande. Como Pasolini, Sanguineti fue un crítico de su sociedad, un autor de gran precisión crítica y un agradecido lector de Gramsci. Pero el recién fallecido tuvo otra mirada, ciertamente, y su participación codo a codo con las vanguardias de los sesenta hablan mucho de ello, de paso que su negativa a marcharse de un campo de batalla que casi todo el mundo había abandinado con la llegada del nuevo milenio, cuando seguir metido hasta la nuca en la Izquierda Radical parecía una cosa digna de ser trasladada al manicomio.
Bien, he de recordárselo a todo el mundo: la política no me interesa, y si Sanguineti pensó tal o cual cosa respecto de ésta me trae, en realidad, sin cuidado. Admiraré, sí, su pasión, su fervor, su siempre renovado y revisado espíritu crítico, que no se dejaba pisar ni intimidar. ¿A quién se le ocurre hacer una relectura marxista de la Divina Comedia? Bueno, a muy pocos, y entre ellos a Sanguineti. Pero una rlectura muy bien argumentada, y bien cargada de coherencia. Ya lo saben, cada loco con su tema.
Lo más importante, para mí, seguirá siendo el hombre que escribió los versos y las novelas (que por desgracia no he leído aún), y que se ha ido. Voy a invocarlo aquí desde el blog de mi amigo Víctor Coral, que ha transcrito un par de poemas suyos, y seguiré con la copa en alto, por lo menos hasta que alguien se decida a completar este brindis. Salud, Sanguineti, salud...

24.

he enseñado a mis hijos que mi padre fue un hombre extraordinario: (podrán
contarlo, así, a cualquiera, si quieren, con el tiempo): y después, que todos
los hombres son extraordinarios:
y que de un hombre sobreviven, acaso,
unas diez frases, tal vez (metiendo todo junto: los tics,
los dichos memorables, los lapsus):
y estos casos son los más afortunados:

36.


cuando te nado dentro, en mi estilo libre (profesional, casi: medio
mixto, en cualquier caso), buceo, retengo mi aliento, y (entrecerrando,
cerrando mis ojos) abro mis brazos, separo mis piernas,
pelo mi plátano (y lo encapucho):
me hago el muerto, me encorvo, me balanceo:
todo aquí: (pentagonal y a estrella, si te parece, soy inscribible en mi propio cerco)

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...