domingo, 29 de marzo de 2009

Weston, Mapplethorpe y Araki: el velo vivo, o el Erotismo

Ante todo, quiero disculparme con quienes sigan esta página por lo lento que se mueve: ya saben cómo es el tiempo, y lo escaso que resulta a menudo, o lo fugaz; espero poder, en adelante, preocuparme más por este blog, de paso que los invito a todos a publicar sus propias entradas. Ahora sí, a lo nuestro:
El erotismo, de sobra se sabe, es viejo como la especie humana: pruebas de ello son, de este lado del mundo, las pinturas y vasijas que representan actos sexuales o armadas de enormes falos de las culturas incaicas y preincaicas; del otro lado del mundo, la lista puede ser más larga: Petronio, Ovidio, Catón, Boccaccio, Carracci, Aretino, el primer Moratín, Casanova, Roger Dashwood, el Marqués de Sade, Restif, los "Filósofos Libertinos"... Pero, de la aparición de la pornografía a estas alturas de la historia, ¿dónde termina el arte y dónde empieza el porno? No cabe duda: el tema es para ser tratado larga, muy largamente... Pero algo puede decirse, y es que el erotismo sigue teniendo arte, y de los más grandes. Hace poco hablaba de Pasolini, que es uno de los grandes "erotistas" del siglo pasado... ahora quiero hablar de otros hombres, de tres grandes fotógrafos y, en la medida que artistas, filósofos de la condición humana (que no hay gran artista que no lo sea).
¿El arte tiene que ser bello? Creo que esa pregunta es ilusa: muchos párrafos de Miller o Sartre, muchas escenas de Pasolini o Ferreri, muchas pinturas de De Szyszlo, demuestran que no es así: el milagro estético, la catarsis si se quiere, no tiene por qué basarse en la "mera" belleza: hay un arte de lo sucio, una estética del morbo, un gozo de lo terrible. Y, del otro lado, y ahora sí hablando directamente del erotismo (y no necesariamente del más refinado), ¿no hay belleza en los cuerpos desnudos acaso? ¿No se opera una suerte de fórmula mágica ante la imágen o la evocación del acto sexual? In arte veritas est morta: "En el arte, la verdad está muerta". Una nueva vida se opera en el deleite de las grandes obras, donde tienen que morir, necesariamente, nuestros tabúes y prejuicios, nuestra moral y todas aquellas premisas que teníamos por "Verdades"; de ese modo, podemos volver del arte con una nueva forma de mirar, y poner en juicio todo aquello en lo que creemos antes de volver a tomarlo como nuestro, dejando mucho de lado, adquiriendo muchas otras cosas.
Los tres hombres a los que quiero presentarles son una propuesta de ese tipo: entrar en ellos (como pasa con Sade, con Durrell, con Tunick o con Tinto Brass) es una invitación a pulir nuestras miradas, a replantear todo aquello que creíamos era el sexo, de paso que el lugar que ocupa en la "Naturaleza Humana", por usar un nombre pasado de moda.
En fin, dejo aquí las palabras y, mejor, los invito a apreciar el arte. Los hombres en cuestión son Robert Mapplethorpe, Edward Weston y Nobuyoshi Araki. Por ser esta una sencilla presentación, no profundizaré más en la obra de cada uno de ellos, ni incluiré más que una foto por autor, al menos de momento. El resto se los dejo a ustedes.

1."Sin título" - Nobuyoshi Araki
2."Desnudo" - Edward Weston
3. Robert Mapplethorpe



martes, 3 de marzo de 2009

Pasolini, o el mito de un Ángel Caído

Este jueves, 5 de marzo, es el cumpleaños número 87 de Pier Paolo Pasolini, que en este año cumplirá, a su vez, 34 de muerto. Ante estas cercanías, pues, bien merece la pena volverse hacia lo que fueron la vida y obra de uno de los más curiosos y polémicos genios del siglo pasado.
Y es que, si tuviese que elegir una palabra para describir a Pasolini, ésta sería "Pasión", con todos los significados que ella acarrea. Pasión en cuanto vivía y creaba con una intensidad sin límites y una mirada lúcida y certera que lo abrazaba todo en una imágen precisa y magnífica; pasión en tanto que padecimiento, en carne viva, de todos los dolores que padece la raza humana, tanto en materia social y política como existencial (lo que le significó tantos problemas y enemigos, tanto dolor y tanta violencia... no en vano fue enemigo de todos los sectores políticos de Italia, ni militó en nombre de los más miserables, ni conoció la incomprensión, ni generó tanto asco, ni conoció la muerte bajo las ruedas de un coche una y otra vez).
Pero Pasolini es todo eso y algo más; un constante algo más, de hecho: más que su politicismo y su mirada dura, más que su homosexualidad, más que su muerte, más que la angustia existencial y hasta física (todos los sentidos de "Náusea") que nos genera. Sólo encuentro una forma de llamar a este "algo más" que incluye y trasciende todo lo que fue y es Pasolini: un ángel caído, que se lanzó a sí mismo al exilio para vivir y sufrir con los hombres, un humano más que humano.
Permítaseme graficar lo que digo. Hay una obra de Eduardo Adrianzén titulada Demonios en la Piel: la pasión según Pasolini, que trata de la vida y obra del cineasta y escritor italiano. En una escena, un joven aspirante a director le ruega aceptarlo como aprendiz y, ante la negativa de Pasolini, procede a sacarle en cara el ser un acomodado más, alguien incapaz de comprender la miseria y la esperanza de los miserables; luego, empieza a golpearlo, hasta dejarlo reducido en el suelo, mientras dos amigos suyos lo sujetan para que no termine de lincharlo. En ese momento, Pasolini se levanta muy serio; casi se llega a adivinar un fuego secreto en su mirada: él es Pier Paolo Pasolini, un ser infernal, casi el padre de la angustia, el hombre que dirigió Teorema y Mamma Roma, el que años después dirigiría Saló o las ciento veinte jornadas de Sodoma... Casi con el temple de un Dios infraterrenal, se acerca lentamente al joven, que ahora lo mira asustado, y se inclina hacia él... el público espera algo violento, algo oscuro y terrible... y, cuando la tensión amenaza con partir las cuerdas, Pasolini besa la frente del joven y se aleja...
Ese es el Pasolini del que hablo, el de una mitología de lo humano, el ángel que se corta las alas y se baña en el polvo... el que por amor a la humanidad canta con sordidez su condición de miseria y muerte, el profundo vacío de su existencia... y le besa en la frente.
Abrumador, grandioso y sucio: eso es Pasolini. Brillante como cineasta, poeta, ensayista y novelista, la fecha en que se celebra su nacimiento es una buena excusa para volvernos a su vasta y múltiple obra, que jamás correrá el riesgo de agotarse.
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