Vengo a romper el silencio con el anuncio de que se prolongará el silencio. Cosas que pasan en la vida, qué les puedo decir... pero por lo menos (esta vez) tengo motivos y justificante. Esta noche paso por encima del charco, y si todo marcha correctamente y no me toca un Schettino de piloto en el avión, arribaré a territorio español mañana a la hora de la siesta. Si me da el tiempo (y me logro quitar la pereza de los hombros) pasaré por aquí a reportarme y hacer el informe de daños conveniente, pero no haré promesas que tal vez no me preocupe por cumplir. En los próximos días, ya sobre la tierra que vio nacer a Séneca, a Quevedo, a Cela y a Nacho Vidal, estaré recorriendo las calles, los museos y, claro está, los bares de Madrid, y luego repetiré el proceso en algunas otras ciudades (algunas de ellas ya están en mi itinerario; otras tendré que elegirlas acorde a las leyes de la improvisación). Un gallinazo cruzando el Atlántico.
En fin, que no tengo mucho más que decir. Para muchos de mis lectores, esto es un hasta pronto, así que espero poder estar cruzando unas chelas con ustedes en el transcurso de lo que queda de este mes. Ahora, pues, y acorde a la ocasión, dejemos algo sonando por aquí, ya que no hay música buena que sobre jamás. Olé.